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domingo, 26 de febrero de 2017
BHAGAVAD GITA - Parte III. El Secreto de la Acción (IV)
BHAGAVAD GITA - Parte III. El Secreto de la Acción (IV)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.
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PARTE III.
EL SECRETO DE LA ACCIÓN
ARJUNA. – ¡Oh dispensador de conocimiento! Si el recto pensar es más importante que el recto obrar, si el pensamiento es superior a la acción, ¿por qué me incitas a ella?
¿Por qué me impulsas a luchar contra mis parientes y amigos?
Tus sutiles razonamientos confunden mi mente.
Dime, pues, ¿cómo podré alcanzar la bienaventuranza suprema?
KRISHNA. – Por medio de dos caminos: el primero es el del recto pensamiento, y el segundo el de la recta acción; ambos son igualmente transitados, y cada cual cree que su camino es el único verdadero.
Sin embargo, cuando se los mira desde lo alto se reconoce que son iguales.
¡Escúchame!
Se engaña quien cree que por abstenerse de la acción evitará sus resultados.
De esta suerte no puede alcanzar la felicidad, pues la inacción no existe. El universo está en constante actividad y nada en él puede substraerse a la ley general.
No es posible permanecer inactivo, pues las leyes naturales nos obligan constantemente a la actividad mental u orgánica, o de ambas. No hay manera de substraerse a la ley universal.
Se engaña quien aparta sus sentidos de los objetos de sensación, pero se deleita mentalmente con ellos.
Es digno de estima quien concentra su pensamiento en la recta acción y cumple su misión en el mundo.
Por lo tanto, realiza la obra que te corresponde, aquella para la cual estés mejor adaptado; hazlo todo de la mejor manera posible, que no te pesará.
La acción es preferible a la inacción, y el trabajo a la ociosidad.
La acción vigoriza la mente y el cuerpo, prolonga y ennoblece la vida.
La ociosidad debilita la mente y el cuerpo, acorta y degrada la vida.
Los hombres se ligan a las acciones que ejecutan con apetencia de ganancia o recompensa.
Apegados al deseo, han de trabajar como esclavos hasta lograr la emancipación.
Pero tú no caigas en semejante locura, ¡oh Arjuna!, y ejecuta tus acciones solamente por deber hacia tu YO interno.
¿Recuerdas, ¡oh Arjuna!, las antiguas enseñanzas sobre la creación del mundo y las palabras del Creador a sus criaturas?
Escúchalas, pues voy a repetírtelas: ¡Adoración! ¡Sacrificio! Acordaos de la Fuente de todas las cosas, del Dispensador de todo bien.
Pensad en los dioses, a fin de que los dioses piensen en nosotros.
Pedid y recibiréis.
Quien recibe los dones de los dioses y no se muestra agradecido se asemeja a un ladrón.
Del alimento se nutren las criaturas; el alimento proviene de la lluvia; la lluvia proviene de los dioses de acuerdo con el deseo de los hombres; los deseos de los hombres son modalidades de acción, y la acción procede de la Vida Única y Omnipotente.
El que vive en este mundo de acción y la rehúye; el que aprovechándose de los frutos de acción del mundo se niega a dar su parte de actividad, debe avergonzarse de vivir.
El que se aprovecha de los resultados de la acción de los demás sin dar nada en cambio se comporta como un ladrón.
Pero es sabio aquel que cumple su obra con perfección, siempre que no apetezca los frutos de la acción y esté constantemente ocupado en el conocimiento de su verdadero ser.
Porque un hombre así, no se turba por las cosas que se hacen o se dejan de hacer, ni subordina su existencia a cosa alguna.
Actúa siempre de conformidad con los dictados de su deber y no depende de nada externo.
Su confianza se halla fija en el Imperecedero.
Por lo tanto, la acción cumplida por deber conduce directamente al Supremo.
¿No recuerdas que Janaka y muchos otros alcanzaron la perfección por medio de las buenas obras y de la recta acción?
Así, tú, teniendo siempre en cuenta el bienestar del mundo, has de cumplir la recta acción.
En todo tiempo enseñaron los sabios la virtud del trabajo y de la acción, y tú debes seguir las enseñanzas de los mejores de tu raza.
Lo que un hombre virtuoso hace, es imitado por los demás hombres.
Considérame a Mí, ¡oh príncipe! Nada existe en el Cosmos que Yo desee o que me sea necesario hacer.
Todo cuanto me es asequible ha sido obtenido por Mí. Sin embargo, ¡oh príncipe pandava!, permanezco en constante acción.
Porque si Yo no estuviese en incesante acción, ¡oh, Arjuna!, ¿no seguirían los hombre mi ejemplo?
Si Yo dejara de actuar, ¿no se desintegrarían los mundos?
Recuerda, ¡oh, Arjuna!, que si el ignorante actúa por el interés de la recompensa, el sabio debe trabajar por el bien de la humanidad y no por apego a los bienes temporales.
Pero no es prudente perturbar el ánimo de los ignorantes con estos pensamientos; antes bien, se les debe permitir que realicen su labor lo mejor que puedan; pero el sabio ha de obrar en armonía conmigo, para que su labor resulte más atractiva. Y esto se consigue principalmente por la eficacia del ejemplo. Abandona en manos del Supremo el resultado de la acción y cumple con tu deber, fija la mente en el Yo.
El necio dice vanidosamente: “Hago esto” o “hice aquello”; pero el sabio busca tras la ilusión la causa y el efecto de la acción.
Si conoces la verdad, guárdate de inquietar la mente de quienes no se encuentran preparados para recibirla, porque las enseñanzas inoportunas o prematuras los apartarían de la acción, en la cual logran ver la verdad a medias, y permanecerían confusos.
Así pues, disponte a luchar, ¡oh Arjuna!; deja la responsabilidad a quien pertenezca, y, libre de egoísmo, con la mente fija en el YO, entra en batalla.
Quienes depositen su fe en esta doctrina quedarán libres de la acción.
Pero quienes rechacen las enseñanzas de la Verdad y obren tergiversándolas, sufrirán la suerte de los ilusos y se encontrarán confundidos, sin lograr la paz.
El sabio busca todavía lo congruente con su naturaleza y obra de conformidad con ello.
Que cada cual cumpla su acción según su tendencia y de conformidad con las cualidades superiores de su carácter.
No sientas agrado ni desagrado por los objetos de los sentidos, porque tanto el apego como la aversión que nacen del deseo son obstáculos en el sendero, y el sabio evita introducir a estos enemigos en su campo.
Mejor es, ¡oh, Arjuna!, cumplir con el propio deber, por humilde e insignificante que parezca, a entrometerse en el deber ajeno, por muy noble que éste parezca.
Mejor es morir en el cumplimiento del propio deber, que triunfar cumpliendo por el deber de otro.
Porque el deber ajeno está lleno de peligros.
Realiza la tarea que tienes delante. Cuando estés preparado para llevar a cabo otra de mayor empeño, ya se te ofrecerá igual oportunidad.
ARJUNA. – Pero, ¿qué es, ¡oh, Krishna!, lo que en el hombre incita al mal?
KRISHNA. – La acumulación de sus deseos, cuya esencia se reúne para atacarlo.
Es la concupiscencia, hija de la naturaleza inferior.
Como llama ahogada por el humo, como metal cubierto por la herrumbre, así ofusca la pasión al entendimiento del hombre, el enemigo infatigable que abrasa como fuego.
Los sentidos y la mente son la morada del deseo que perturba el discernimiento.
Tu primera tarea es la de expulsar de tu mente este abominable parásito.
Primeramente subyuga los sentidos y luego mata el deseo.
Los sentidos son muy poderosos, pero más lo es la mente.
Más poderosa que la mente es la voluntad, y más que la voluntad el verdadero Ser.
Así, sabiendo que el verdadero Ser, el Yo, es superior a todo, esfuérzate en gobernar tu YO personal mediante la virtualidad del Yo superior, a fin de gobernar el deseo.
Aunque es difícil de vencer, puede gobernarlo el verdadero Ser; si lo logras, será para siempre tu esclavo.
Así termina la tercera parte del Bhagavad Guita, titulada:
EL SECRETO DE LA ACCIÓN
http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/
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