martes, 28 de febrero de 2017

BHAGAVAD GITA - Parte VIII. El Misterio de la Omnipresencia (IX)



BHAGAVAD GITA - Parte VIII. El Misterio de la Omnipresencia (IX)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.

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PARTE VIII.

EL MISTERIO DE LA OMNIPRESENCIA

ARJUNA. – Te ruego me digas, ¡oh Krishna!, mi amado Instructor, ¿qué es la vida universal? ¿Qué la conciencia del ser? ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la acción?

¿Cómo están constituidos los principios universales? ¿Qué conocimiento tienen las huestes arcangélicas para que sea tan superior al del hombre? ¿Cómo Te manifiestas en cuerpo humano? ¿Cómo Te conoce el sabio en la hora de la muerte?

Enséñame todas estas cosas, ¡oh sapientísimo Instructor!

KRISHNA. – Yo soy el Todo de quien todo procede. De Mí emana el Alma de las almas, la Vida universal.

La esencia de la acción es karma, es decir el principio que emana de Mí, el cual es causa de la vida, del movimiento de cuanto existe.

La constitución interna de los principios universales es mi Voluntad manifestada en las leyes naturales del universo.

El conocimiento de las huestes arcangélicas es el conocimiento del Espíritu.




El secreto de mi manifestación en la carne pertenece a los capaces de entender las enseñanzas superiores y está íntimamente ligado con la ley del sacrificio.

En la hora de la muerte el sabio viene a Mí sin temor a equivocarse.

Pero quien al abandonar el cuerpo piensa en otra cosa, a esa cosa se dirige.

Cada cual se identifica con aquello que lo domina en la hora de la muerte.

Por lo tanto, haz de Mí tu pasión dominante y apréstate al combate.

Con tu mente fija en Mí, sin duda alguna vendrás a Mí.

Con el Espíritu se identifica quien desecha cualquier otro deseo y vive en constante rectitud de pensamiento y acción.

Va al Espíritu aquel que pertenece al Espíritu.

Quien piensa en el Eterno y reconoce que es omnisciente, omnipotente, infinitamente grande al par que pequeño, el sostén del universo, la invisible Esencia, la Luz que disipa las tinieblas; si en la hora de la muerte se muestra devoto y concentra sus energías vitales en un solo punto, se une al divino e imperecedero Espíritu.

Hay un sendero espiritual, llamado el indestructible por los versados en los Vedas, en el que entran quienes han disciplinado su mente y vencido sus pasiones, y lo escogen quienes hacen voto de castidad y se entregan a la vida ascética y al estudio y la meditación. Escucha y te informaré acerca de este sendero.

Cierra herméticamente todas las puertas del cuerpo, a las que los hombres llaman avenidas de los sentidos.

Concentra la mente en tu interno ser.

Que tu YO permanezca en su interna morada completamente apartado del mundo exterior.

Firmemente establecido, confortado por el Yoga, repite en silencio la mística palabra AUM, símbolo de mi ser como Creador, Conservador y Destructor.

Si así lo hicieres, cuando dejes tu carnal envoltura con la mente fija en Mí, entrarás en el sendero de la suprema felicidad.

Quien piensa constantemente en Mí, ¡oh príncipe!, no tarda en alcanzarme.

El sabio no necesita entonces renacer en este mundo de dolor y limitación, porque trasciende los planos inferiores y pasa al de la suprema felicidad.

En incesante vaivén nacen y mueren los mundos, incluso el de Brahma, uno de cuyos días dura billones de años terrestres, y otro tanto su noche; pero el sabio que a Mí llega no renace jamás.

Al día de Brahma sucede la noche de Brahma.

Al apuntar el día de Brahma todas las cosas surgen de la inmanifestación a la manifestación.

Al llegar la noche de Brahma todas las cosas retornan de la manifestación a la inmanifestación.

Se disuelve el universo, pero un nuevo universo surge a la existencia de manos del Creador.

Superior a lo visible e invisible, es el Inmanifestado e Imperecedero que permanece entre la creación y destrucción de las formas de los seres.

Éste es el Sendero Supremo, ¡oh príncipe!, que conduce al Inmanifestado e Imperecedero, y cuando se lo alcanza, todo está ganado sin temor a pérdida. Es mi Morada suprema.

Tan sólo mediante una sincera devoción, sin tener otro anhelo ni otros dioses ni objeto de adoración que el Espíritu, es posible unirse al Supremo Espíritu que compenetra el universo y del que por mi voluntad proceden todas las cosas y todos los seres.

Te revelaré, ¡oh príncipe!, los tiempos en que al morir el hombre ya no vuelve a nacer, y los tiempos en que después de la muerte vuelve a este mundo.

Quien muere en la Luz no retorna a este mundo de dolor; pero el que muere en tinieblas ha de repetir el mortal nacimiento, una y otra vez, hasta que encuentre la Luz.

El verdadero sabio comprende esta enseñanza, ¡oh príncipe!

Así pues, perfecciónate en el Yoga, porque el fruto de este conocimiento excede a las recompensas señaladas para la virtud de quienes estudian los Vedas.

El fruto de este conocimiento es muy superior a la adoración cultural, a los sacrificios, a las austeridades y a las limosnas.

El yogui que conoce la Verdad alcanza la meta suprema.


Así concluye la parte octava del Bhagavad Guita, titulada:

EL MISTERIO DE LA OMNIPRESENCIA

http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/

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