martes, 28 de febrero de 2017

BHAGAVAD GITA - Parte XI. La Manifestación Universal (XII)


BHAGAVAD GITA - Parte XI. La Manifestación Universal (XII)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.

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PARTE XI.

LA MANIFESTACIÓN UNIVERSAL

ARJUNA. – Tus compasivas y amorosas palabras de sabiduría referentes al supremo arcano del Espíritu han desvanecido mi ignorancia y disipado mi ilusión.


De Ti he aprendido toda la verdad acerca de la creación y destrucción de las cosas, y también lo concerniente a Tu grandeza y omniabarcante inmanencia.

Tal como Te describes, eres en realidad el Señor del universo.

Pero Te suplico una prueba final de tu amor, ¡oh Soberano Señor!, y es que Te me muestres en tu propia manifestación de imperecedero Espíritu, si es posible.

KRISHNA. – Puesto que me lo suplicas, te concedo lo que pides.

Contempla, ¡oh Arjuna!, mis formas múltiples.

Contempla las innumerables huestes de los cielos: ángeles, arcángeles, dioses planetarios, dominaciones, potestades y muchos otros admirables y poderosos seres que apenas sospechabas en tus especulaciones imaginativas.

He aquí el universo entero, animado e inanimado, resumido en mi cuerpo, con cuanto quiera que anheles ver.

Moviliza tus deseos, tus esperanzas e imaginación, y en mi interior verás cuanto deseaste y esperaste; pero no lo verás con tus ojos humanos, porque ellos son finitos e imperfectos.

Te dotaré de vista espiritual, y así podrás contemplar la gloriosa visión que te espera.


SANJAYA. – ¡Oh Rey! Así que hubo hablado Krishna, el bendito Señor, se mostró a Arjuna transfigurado en la suprema Forma de Ishvara.

Manifestóse múltiple en su unidad. Como tal poseía millones de ojos y bocas, infinidad de maravillosos aspectos, multitud de celestiales ornamentos y divinas armas.

Ataviado con riquísimas ropas y alhajas, ungido con óleos de celestial fragancia, el infinito Dios refulgía de tal modo que el brillo y el esplendor de un millón de soles pareciera pálida penumbra.

Entonces vio Arjuna al universo con sus múltiples divisiones reunido en el cuerpo de Krishna, el Señor de todas las cosas.

Y sobrecogido de asombro, se postró reverente y devoto ante el Señor, y dijo:

ARJUNA. – ¡Oh Poderoso Señor! En Ti veo a toda categoría de seres con sus diversos caracteres.

Veo los dioses menores, los arcángeles y ángeles, y las huestes celestiales.

Veo a Brahma sentado en su trono de loto y rodeado de uragas y rishis.

Véote por doquiera en las innumerables formas de los seres animados con múltiples ojos, brazos, cuerpos; pero ni aun así descubro tu principio, ni tu medio, ni tu fin.

Veóte ceñido con la corona de gloria y armado con las universales armas del poder.

De todos lados brotan de Ti los rayos enceguecedores de tu esplendor.

Difícil es verte en tu plenitud, porque tu luz, más viva que la de millones de soles intensificada millones de veces, deslumbra aun la divina vista que me diste para contemplarte.

Eres en verdad el supremo Señor, inmanente, que contiene cuanto existe, es decir cuanto es posible imaginar o conocer.

En verdad eres el Conservador y Sostén del universo, la Fuente de Sabiduría, el Anciano de los Días, el Ser sin principio, Espíritu de espíritu. ¡Eres el ABSOLUTO!

No tienes principio, ni medio, ni fin. Innúmeros son tus brazos. Tus ojos irradian su fulgor por el universo entero. Así Te contemplo. De Ti solo están llenos los cielos y la tierra, y las regiones que entre el cielo y la tierra se dilatan.

Los tres mundos contemplan asombrados la grandiosa manifestación de tu Forma.

A Ti acuden en tropel los suras, mararshis, sidas, rudras, aditias, varus vishvas, ashivines, humaras, marutes, ushmapas, gandharvas, yagshas, asuras y demás huestes de las regiones celestiales.

Todos van a Ti, como los ríos al Océano, y Te contemplan maravillados.

Veo el temblor de los mundos atómicos a la vista de tus prodigiosas manifestaciones.

Tan amedrentadora como la eternidad es la Forma que contemplo en Ti.

Quisiera huir, pero no hay sitio libre de tu majestuosa presencia.

En parte alguna existe un lugar extraño al Todo.

Ten misericordia de mí, ¡Oh Señor de todas las cosas, Refugio del universo!

Los hijos de Dhritarashtra, los príncipes kurus, y con ellos esa multitud de reyes y caudillos de la tierra, como Bhishma, Drona y los poderosos guerreros de las huestes, ¡oh horror de los horrores!, corren a precipitarse en tus bocas, entre cuyos poderosos dientes algunos quedarán triturados.

Por doquiera tus colosales fauces engullen generaciones, mientras tu gloria llena el espacio y el universo, ¡oh Krishna!, se abrasa en el ardor de tus encendidos rayos.

Ante Ti caigo postrado de hinojos, y con las manos juntas Te ruego, Te suplico (a pesar de mi pavorosa reverencia), que me digas qué es lo que veo en Ti. Anhelo conocer tu íntima Esencia, ¡oh supremo Dios!

KRISHNA. – Tú me ves como si fuese el tiempo desolador, manifestado en el mundo para exterminio de la raza humana.

Ninguno de estos guerreros que se aprestan a luchar logrará escapar a la muerte. Sólo tú sobrevivirás.

Yérguete pues, ¡oh Arjuna! Pelea. Desempeña valerosamente tu función de guerrero y jefe. Alcanza fama, vence a tus enemigos y disfruta la posesión del reino conquistado.

Has de saber que ya están todos vencidos por Mí. Tú sólo eres mi agente, el instrumento de lo que los hombres llaman destino.

Por lo tanto, mata a Drona, a Bhishma, a Jayadratha, a Karna y a los demás guerreros del campo, porque ya los mató por mí el destino.

Pelea sin temor, que lograrás aplastar a tus rivales.

SANJAYA. – Entonces Arjuna, el príncipe pandava, oídas estas palabras de Krishna, el Señor bendito, se postró humildemente a Sus pies, y juntando las manos le dijo balbuciente:

ARJUNA. – ¡Oh Krishna, Krishna, Señor Bendito! El universo se regocija en tu poder y gloria. Los malignos espíritus huyen despavoridos de tu vista y las huestes celestiales entonan alabanzas y con reverente admiración Te adoran.

¿Cómo no adorarte, ¡oh Supremo Ser, Causa Primera!? Menos grande que Tú es el propio Brahma, ¡oh Dios de los Dioses, Creador supremo, Hogar perpetuo de los mundos!

Eres el Ser y el No-Ser, y Aquello que al ser y al no-ser trasciende.

Eres el Infinito, el Eterno, el Absoluto. Eres el Sostén del universo, el Espíritu de los Espíritus.

Eres el Conocedor y lo conocido, el supremo Receptáculo de todo cuanto vive, la Residencia que mora en lo altísimo.

Eres Vayu, el dios de los vientos; Agni, el dios del fuego; Varuna, el dios de los mares; Sashanka, la luna; Prajapati, el dios de las naciones; Prapitamaha, el padre de la raza humana.

¡Loor, loor a Ti! ¡Mil veces reverenciado seas, infinito Ser!

Ante Ti, tras Ti y por doquiera recibes adoración, omnipotente, omnipresente y omnisciente Ser.

Con tu ilimitado poder y tu fuerza inmensurable lo sostienes todo, porque Tú mismo eres el Todo y más que el Todo.

¡Ay de mí, oh Señor! Perdóname si te hablé como a un amigo familiar y desconociendo tu majestad exclamé: ¡Oh Krishna!, ¡oh amigo!, y otros amistosos nombres, impelido por la ternura de mi amor.

Perdóname si con irreverente familiaridad te traté en público o en privado.

Eres el Progenitor de lo animado y lo inanimado, el sabio Instructor de cuantos buscan sabiduría. Eres el Único digno de adoración, y nadie hay igual a Ti en los tres mundos.

Ante Ti me prosterno humildemente. Te adoro e impetro tu compasivo perdón.

¡Oh Krishna, adorable Señor!, mírame como el padre al hijo, el amigo al amigo, al amador al amado.

He visto lo que nadie vio, y soy feliz por haber recibido tan señalado beneficio y presenciado tu manifestación.

Al recordar lo que he visto, se agita mi corazón y mi ánimo se estremece.

Muéstrate de nuevo, ¡oh Señor bendito!, en la acostumbrada Forma en que Te vi infinidad de veces, para que pueda mirarte sin sobrecogerme de temor.

KRISHNA. – Por el amor y el afecto que te profeso, Arjuna, te reveló mi poder esta suprema Forma universal en toda su espléndida, infinita y eterna gloria. Nadie antes que tú la vio.

No es posible obtener esta visión como recompensa ni por el estudio de los Vedas, ni por sacrificio, ni por erudición, ni por limosnas, ni por austeridad ni abnegación.

Pero no te conturbes ni amedrentes por haber visto tan formidable Forma.

Desecha todo temor, y con sosegado ánimo contémplame de nuevo en mi acostumbrada manifestación.

SANJAYA. – Esto dicho, reasumió Krishna su apacible Forma, y tranquilizado así, Arjuna dijo:

ARJUNA. – Al contemplarte de nuevo en tu apacible Forma, ¡oh Señor bendito!, me siento tranquilo.

KRISHNA. – En verdad, los mismos dioses, los arcángeles y las huestes celestiales anhelan, ¡oh Arjuna!, contemplar esta Forma mía.

Pero no pueden verme como tú, porque ni por los Vedas, ni por abnegación, ni por ofrendas, ni limosnas, ni sacrificios, sino sólo por suprema devoción es posible contemplarme a Mí en Esencia.

Quien por Mí obra; aquel para quien soy el Bien supremo; el que a Mí se entrega, pero sin odiar a nadie, verdaderamente llega a Mí, ¡Oh Arjuna!



Así concluye la parte undécima del Bhagavad Guita, titulada:

LA MANIFESTACIÓN UNIVERSAL

http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/

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