NAMASTE! Bienvenid@, amig@, este sitio fue creado para compartir mi amor por el arte, ciencia, literatura y filosofía del Vedanta, Yoga y Budismo, espero disfrutes visitarlo tanto como yo el realizarlo, iremos compartiendo notas, artículos, libros, videos, etc., y si despierta en vosotr@ la indagación, la búsqueda y la práctica, habrá cumplido con su humilde aporte!
martes, 28 de febrero de 2017
BHAGAVAD GITA - Parte VI. Dominio Propio (VII)
BHAGAVAD GITA - Parte VI. Dominio Propio (VII)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.
- - - - -
PARTE VI.
DOMINIO PROPIO
KRISHNA. – Escucha mis palabras, ¡oh príncipe! En verdad te digo que quien ejecuta la acción como un deber, sin apetencia por el fruto de la acción, renuncia a la acción al mismo tiempo que la realiza.
Con ello resulta ser mucho más asceta y renunciante que aquel que tan sólo rehúsa ejecutar la acción, porque uno tiene el espíritu de la doctrina, mientras que el otro no ha pasado de la vacía cáscara de la letra.
Sabe que la recta e inteligente acción equivale a renunciar.
Y sabe también que la mejor de las acciones que no renuncia al resultado no es en modo alguno recta acción.
En las primeras etapas del sendero se le enseña al neófito que la recta acción es el medio de alcanzar merecimientos.
Pero cuando éste se ha compenetrado de la doctrina, y ya no apetece el fruto de la recta acción, se deleita en la serena paz de la meditación.
A cada cual se le da según sus necesidades y recibe en relación a su estado de evolución.
Cuando el hombre se libra de la apetencia por los frutos de la acción, cuando desecha el gusto por la acción misma y se aparta de los objetos de sensación, entonces llega a la etapa superior de la recta acción.
Cada cual ha de fortalecer su ánimo con el conocimiento de su verdadero ser; y nadie debe abatirse ni desanimarse, porque en verdad se ha dicho que el Yo superior es fiel amigo del YO inferior; aunque el ignorante se figure que el YO superior es su enemigo, pues se esfuerza en desvanecer el sentimiento de separatividad.
El YO superior o verdadero ser es amigo de quien ha subyugado su personalidad o YO inferior; pero el verdadero ser resulta un enemigo al esclavo de su personalidad.
En verdad, el verdadero ser se esfuerza en libertar al alma de la ilusión, procurando enriquecerla antes que despojarla.
Así, a través de la ilusión, el fiel amigo parece enemigo.
El alma de quien ha percibido en su interior el verdadero ser se mantiene imperturbable en todas las situaciones.
Armonizados están los sentidos del sabio, en quien la sabiduría substituyó al deseo.
Se satisface con el conocimiento adquirido mucho más que con todos los tesoros de la tierra.
Tan sabio es quien mira con igual amor al enemigo que al amigo, al propio y al extraño, al justo y al pecador, al santo y al malvado.
El yogui debe habitar en lugar solitario, entregado a profunda meditación, con mente y cuerpo sujetos a su verdadero ser y libre de codicia y deseo de recompensa.
En lugar libre de impurezas, ni muy alto ni muy bajo, aparéjese su asiento mullido con hierba kusha, cubierta de tela y una piel negra de antílope, según le enseñaron sus instructores, de conformidad con las tradiciones de su linaje.
Allí, firme en su asiento, concentrada la mente en un solo punto, purifique su alma, identificando su conciencia con el Absoluto que reside en todas las cosas.
Con el cuerpo vigorosamente erguido, según la tradicional costumbre de los yoguis, la mirada fija en el Eterno e Infinito.
Sereno, firme en su propósito, con la mente puesta en Mí, permanezca armonizado en su aspiración a Mí.
El yogui que obre de este modo alcanzará la paz y la felicidad que sólo en Mí reside.
En verdad, el conocimiento del Yoga no es para el que come mucho ni para el que ayuna en demasía ni tampoco para el que duerme o vela con exceso.
El conocimiento del Yoga mata toda pena y es asequible a quien come y se recrea con sobriedad; a quien cumple sus acciones con templanza; a quien duerme sin exceso y vela con prudencia; a quien, huyendo del mal, del exceso en la acción, no se precipita en el gemelo mal de la ociosidad y el exceso de represión.
Cuando el pensamiento del hombre se fija en su verdadero ser y está libre de concupiscencia, logra la interna armonía que reporta paz y satisfacción.
Entonces hay quietud en su mente y se deleita en la contemplación del verdadero Ser, contento de morar en su pacífica presencia.
Al descubrir su verdadero ser iluminado con su propia luz, se convence de que nada le falta, y queda satisfecho.
El sabio se deleita en lo que trasciende los sentidos, y cuando lo halla, descansa en la Realidad.
Entonces, amo de su nuevo reino, comprende que nada puede conturbar su alma, pues se ha sobrepuesto al dolor humano.
A esta emancipación del dolor y la aflicción es a lo que se llama Yoga, que significa unión espiritual.
Logra esta unión, ¡oh Arjuna!, con firme convencimiento y confiada espera.
Desecha los vanos deseos y domeña las inclinaciones de tus sentidos.
Porque así, poco a poco, lograrás tranquilidad y calma mediante el ejercicio de la ya despierta mente, guiada por el Espíritu.
Una vez fija la mente en el verdadero Ser, fuera locura desviarla de su objeto supremo.
Si tal ocurriera, refrénala y vuelve a encauzarla en la dirección anterior.
El que ha logrado vencer sus pasiones carnales, esto es, apartarse de lo que el mundo llama pecado, entra en el reino de la Verdad.
Armonizado el cuerpo, la mente y el alma, logra la suprema bienaventuranza.
Descubre al Ser en todos los seres y a todos los seres en el Ser.
Ve que el Todo es Uno y el Uno es Todo.
En verdad te digo que nunca abandonaré ni permitiré que me abandone quien Me ve en todas las cosas y ve a todas las cosas en Mí.
Perpetuamente lo tendré sujeto a Mí con las áureas cadenas del amor.
Quien me ve en mi Unidad y me ama en todos los seres, morará en Mí.
Perfecto yogui, ¡oh Arjuna!, es aquel que descubre que existe una sola Esencia en todos los seres y cosas, y reconoce la idéntica naturaleza del placer y del dolor.
ARJUNA. – ¡Ay de mí, Krishna!, que no acierto a comprender de qué modo se logra la inmovilidad de la mente.
Porque la mente es inquieta, obstinada, impetuosa y violenta, y no cede fácilmente a la voluntad. Dominar la mente es lo mismo que dominar el viento: un imposible.
KRISHNA. – ¡Oh príncipe! El ejercicio prolongado y la continua atención acaban por dominarla.
Ciertamente, esta Yoga es difícil de alcanzar por el hombre indisciplinado, porque le falta la guía de un instructor.
Pero el hombre disciplinado, que percibió al verdadero ser, puede lograr este Yoga mediante atenta vigilancia y paciencia, unidas a una invariable determinación.
ARJUNA. – ¿Qué le sucede, ¡oh Krishna!, al que, aunque lleno de ardiente fe, no alcanza la perfección del Yoga porque su errática mente se aparta del sendero de disciplina?
¿Si oscila entre el mérito de la recta acción y el perfeccionamiento espiritual, puede llegar a ser aniquilado?
¿Se pierde, confuso y abandonado, en el sendero del Eterno?
Respóndeme, ¡oh Krishna!, porque estoy perplejo y únicamente tú puedes enseñarme.
KRISHNA. – Has de saber, Arjuna, que ni en este mundo ni en los venideros habrá aniquilación para tal hombre.
Su fe lo salva y su bondad lo preserva de la aniquilación.
Nunca huella el sendero de perdición quien rectamente obra y en Mí confía.
Aquel cuya devoción y fe están acompañadas de las buenas obras, aunque no haya alcanzado la perfección, va después de la muerte al lugar de los justos que todavía no alcanzaron la liberación.
Allí mora dichoso durante muchísimos años, hasta que renace en condiciones a propósito para llegar a la ulterior perfección que lo aguarda.
Puede renacer en una familia de sabios yoguis, aunque semejante recompensa sólo se concede a quien la merece por imperio de la Ley.
Allí, en la nueva vida, recobra las características que aquistó en la anterior; y así reanuda las lecciones de la experiencia en el mismo punto en que las abandonó, para adelantar en su individual perfeccionamiento.
Lo que una vez se adquiere no se pierde con la muerte, pues la esencia de lo adquirido y conquistado se infunde en la nueva personalidad del YO.
Su ardiente anhelo de alcanzar el Yoga lo llevará mucho más adelante que el mero estudio de las Sagradas Escrituras.
Y con paciente y perseverante aplicación, libre de sus errores y completamente evolucionado, después de muchos renacimientos alcanzará el dominio de sí mismo y la suprema paz.
Así, ves que el fiel y fervoroso investigador de la Verdad, el que procede lo mejor que puede y confía en el imperio de la Ley, vale mucho más que los fanáticos que se esfuerzan en hacer méritos por la penitencia y la mortificación.
También vale más que muchos de los que presumen de doctos, o de quienes buscan el mérito por medio de las buenas obras.
Por lo tanto, ¡oh Arjuna!, deja que por tu fe y amor fluyan mi vida y mi amor.
De todos los yoguis, ¡oh príncipe!, considero más devoto al que tiene el corazón henchido de amor a Mí y permanece firme en la fe.
Así concluye la sexta parte del Bhagavad Guita, titulada:
DOMINIO PROPIO
http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario