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martes, 28 de febrero de 2017
BHAGAVAD GITA - Parte VII. Discernimiento Espiritual (VIII)
BHAGAVAD GITA - Parte VII. Discernimiento Espiritual (VIII)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.
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PARTE VII.
DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
KRISHNA. – Escucha ahora mis palabras, ¡oh Arjuna!, y sabrás cómo con la mente fija en Mí y observando las enseñanzas del Yoga llegarás a conocerme.
Pero, entre los millones de hombres de la raza, pocos tienen suficiente discernimiento para desear la perfección.
Y de los pocos que la desean, resultan muy raros los que la alcanzan, pues son contados los que conocen mi naturaleza esencial.
Tierra, agua, fuego, aire, éter, mente, razón y equidad representan la óctuple modalidad de mi naturaleza inferior.
Pero, además, poseo mi naturaleza superior, que es el principio que mantiene en el universo la matriz de la creación.
Porque soy el Creador y al mismo tiempo el Destructor del universo.
Todos los objetos del universo dependen de Mí, y los sustento como sostiene el hilo a la sarta de perlas en que están enhebradas.
¡Oh príncipe pandava! Soy humedad en las aguas; refulgencia en el sol y la luna; en monosílabo sagrado, AUM en los vedas; sonido en el aire; virilidad en los hombres; llama en el fuego; vida en todos los seres, y el Yoga de los yoguis.
Reconóceme, Arjuna, por eterna semilla de todos los seres. Soy la sabiduría del sabio y el esplendor del héroe.
Soy la fortaleza del fuerte; el amor a la recta acción en quienes sirven por medio de rectas acciones.
Las tres cualidades de armonía, actividad e inacción están en Mí, aunque Yo no estoy en ellas.
Sugestionados los hombres por la ilusión de estas tres cualidades, no comprenden que las trasciende, inmutable e imperecedero, aun en medio de sus innúmeros cambios y vicisitudes.
Difícil es que la vista humana trascienda la densa ilusión producida por las cualidades; pero vendrán directamente a Mí los capaces de ver la luz de mi llama.
Los que no pueden trascender la ilusión no llegarán a Mí, porque no Me conocen, sino que adoran a los dioses del mundo material y sensorio, que son los únicos reales para ellos.
Los que me adoran son de cuatro clases, ¡oh príncipe!: los desgraciados, los investigadores de la Verdad, los vanidosos y los sabios.
El mejor de todos es el sabio que reconoce al Uno, vive en el mundo del Uno y obra iluminado por el conocimiento.
Muchísimo me ama el sabio y yo lo amo aún más.
Lo amo como a Mí mismo, porque se ha identificado conmigo y sólo vive en Mí.
Después de muchas vidas, el sabio llega a Mí y me reconoce como el Todo.
Difícil es para los hombres ordinarios hallar uno de estos sabios, llamados mahatmas.
Los que, faltos de conocimientos, adoran a tal o cual dios con variedad de ritos y ceremonias, hallan aquello que es conforme con su naturaleza.
Pero sabe, Arjuna, que aunque los hombres adoren muchos dioses e imágenes y forjen muchos conceptos de la Divinidad, de modo que parecen en contradicción unos con otros y conmigo, en el fondo todos me presuponen.
Su fe en los dioses e imágenes es el alborear de la fe en Mí, y al adorarlos sólo desean adorarme, si bien lo ignoran.
En verdad te digo que cuando con sincera fe adoran, alcanzan de Mí los beneficios que de su dios impetran.
Tal es mi amor, mi sabiduría y justicia.
Pero advierte, ¡oh príncipe!, que la recompensa de los deseos finitos es también finita.
Los hombres de corto entendimiento piden cosas perecederas, y, por lo tanto, se les han de dar en recompensa cosas igualmente perecederas.
Los que adoran a los falsos dioses van a los sombríos mundos regidos por los sombríos dioses.
Pero los sabios que Me conocen en esencia, como siendo el Todo en el Uno, vienen a Mí, a mi mundo de Realidad, donde no hay sombras, donde todo es real como luz que disipa las tinieblas.
Los faltos de discernimiento espiritual creen que Yo, el Inmanifestado, me manifiesto visiblemente a sus ojos.
Pero has de saber, Arjuna, que en mi esencia no soy visible a los ojos de los hombres.
Tras las formas por mí emanadas, permanezco invisible para el ignorante.
No he nacido y no moriré jamás, aunque el obcecado mundo lo ignore, porque toma la sombra por la substancia.
Yo conozco, Arjuna, los innumerables seres que han pasado ante mis ojos por el ancho campo del universo.
También conozco a los que ahora están en el campo.
Y además (formidable misterio éste para los hombres) ¡oh príncipe!, conozco a todos los que en adelante hollarán el campo.
Pero de todos ellos – pasados, presentes y futuros –, nadie me conoce totalmente.
Los tengo a todos en mi mente, pero sus mentes no pueden contenerme en esencia.
Los hombres están ofuscados por la ilusión de los pares de opuestos, y en vez de la Unidad ven las antitéticas formas de atracción y repulsión.
Pero algunos están ya libres de la ilusión de los pares de opuestos y saben que soy Todo en Uno.
Quienes así Me conocen, se acogen a Mí como lactantes al pecho de la madre. Se esfuerzan por librarse de la rueda de nacimientos y muertes. Conocen al Eterno. Me conocen. Conocen mis obras, mi sabiduría, mi Señorío universal.
Saben que toda vida es mi Vida; que toda adoración recae en Mí.
Con la mente armonizada y el corazón henchido de amor, me conocen en vida y en la hora de la muerte.
Así concluye la séptima parte del Bhagavad Guita, titulada:
DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/
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