martes, 28 de febrero de 2017

BHAGAVAD GITA - Parte V. Renunciación (VI)



BHAGAVAD GITA - Parte V. Renunciación (VI)
Fragmento de texto del libro "Bhagavad Guita El Mensaje del Maestro" escrito por "Yogui Ramacharaka". El libro es una compilación de diversas traducciones sobre este episodio de la grandiosa epopeya Hindú conocida con el nombre de Mahabarata.

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PARTE V.

RENUNCIACIÓN


ARJUNA. – ¡Oh Krishna! Eres paradójico, porque primero alabas la renuncia de las acciones y luego alientas la prestación de servicios por medio de aquéllas. De ambas cosas, ¿cuál es la más meritoria? Dímelo, a fin de calmar mi turbación.

KRISHNA. – Te digo, ¡oh príncipe!, que tan meritoria es la renuncia de las obras como el servicio mediante la acción. Ambos senderos conducen a la meta suprema. Y en verdad te digo que la acción es superior a la inacción.

Pero es necesario que comprendas perfectamente el significado de estos tiempos, para evitar confusiones.

Perfecto renunciante es aquel que no apetece ni rechaza la acción, aquel que renuncia al agrado y al desagrado.

Liberado de los pares de opuestos, sereno y feliz, puede hacer todo cuanto el servicio le depare; y, sin embargo, puede igualmente abstenerse de la acción, por no tenerle apego.

Verdaderamente, un hombre así ha roto sus ataduras.

Los recién iniciados en el estudio de las verdaderas enseñanzas estiman que la renuncia es diferente al cumplimiento de la acción; pero los sabios reconocen su identidad.

Ambos conducen al mismo fin, y quienes renuncian a la acción obtienen el mismo precio que quienes la cumplen sin apego.




El que trasciende las apariencias, comprende que ambos son uno en lo esencial.

Pero es dificilísimo, ¡oh Arjuna!, renunciar a la acción sin antes haber servido por medio de la acción.

Quien armoniza ambos medios está en camino de alcanzar la paz.

El que cumple la recta acción y no apetece su fruto, renuncia a la acción.

De esta suerte, es capaz de domeñar sus sentidos y reprimir sus deseos, de trascender la personalidad y adquirir el conocimiento de su verdadero YO, esencialmente uno con el YO de todos los seres.

Reconoce la universalidad de la Vida y el Origen de la Vida universal; reconociéndolo así y obrando en consecuencia, queda desligado de los resultados de la acción.

Armonizando estos dos medios aparentemente opuestos, aunque vea, oiga, palpe, huela, coma, ande y duerma, sabe que su verdadero ser se substrae de la acción, y puede decir que individualmente está inactivo.

En verdad puede también decir: “Los sentidos funcionan en el mundo sensible; dejémoslo funcionar, ya no me ligan ni me alucinan, porque los conozco”.

A quien así obra y ve tras toda la acción al verdadero YO inactivo, no lo contamina el mundo.

El sabio, libre de concupiscencia, cumple la acción con la mira puesta en la pureza y la justicia.

Armonizado y sin deseo ni esperanza de recompensa por la acción, el sabio logra la paz.

Pero el hombre, ansioso por el fruto de sus acciones, no halla paz, porque lo conturba el deseo de remuneración.

Libre el sabio de las acciones y de sus resultados, mora en el templo del Espíritu, al que los hombres llaman cuerpo, y permanece en tranquila paz, sin deseo de acción ni de ser causa de acción, pero dispuesto a desempeñar su parte en la acción cuando lo exijan los deberes de su estado.

Porque sabe que aunque su cuerpo, sentido y mente puedan empeñarse en la acción, su verdadero ser permanece por siempre imperturbado.

El verdadero ser no actúa como naturaleza inferior del hombre.

El verdadero ser no ejecuta acciones buenas ni malas.

La sabiduría queda a menudo eclipsada por la ignorancia.

Pero los capaces de mirar perciben el Espíritu.

Entregados con fervorosa devoción al Yo, quedan los sabios libres de sus ataduras.

Limpios están sus ojos del humo que ciega a los demás hombres, y pasan a los planos superiores de donde ya no regresan. Bienaventurados son.

Aquel que está libre del error y la ilusión mira con igual respeto al docto instructor que al humilde paria.

Porque has de saber, ¡oh Arjuna!, que los ojos libres de ilusión ven las personalidades o formas de vida tan engañosas en comparación del verdadero Ser, que aun las más señaladas distinciones desaparecen para ellos.

Aquellos que alcanzan este conocimiento comprenden la realidad de la Vida, que es la comprensión del verdadero Ser.

Ciertamente, quienes logran ver al verdadero Ser que subyace en la apariencia – esto es, la única Realidad en el mundo de la realidad ilusoria –, persisten en este conocimiento y saben reprimir la alegría y la tristeza, se han librado de los pares de opuestos, de los frutos de la acción y del halago de los objetos externos.

Así es que experimentan inefable gozo en el conocimiento del verdadero Ser, y en este estado de conciencia entran en el reino de la eterna felicidad y la paz inalterable.

Porque has de saber, Arjuna, que los placeres de los sentidos, las satisfacciones provocadas por los objetos externos, constituyen la matriz de futuros dolores.

Pertenecen al mundo finito, que el sabio rechaza.

Armonizado está y es tres veces bendito quien aun en este mundo de sensaciones posee la fortaleza que resulta del verdadero conocimiento y es capaz de soportar con ecuanimidad las excitaciones de su naturaleza inferior.

En verdad logra la sempiterna paz y se identifica con el Eterno quien halla la paz en su interior.

Quienes se han librado de la ilusión de separatividad ven la unidad de la vida en el Único Ser.

El bienestar del Todo es para ellos el bienestar del Único, cuya paz alcanzan.

De esta paz que excede a toda comprensión disfrutan quienes saben lo que en verdad son.

Libres de las ligaduras del deseo y de la pasión sensual, dominan sus pensamientos con su sabiduría y los sentidos con sus pensamientos.

Subyugado el cuerpo por el Yoga, de manera que sea digna morada del alma, y mantenido limpio y ordenado bajo la vigilancia de la mente; con los sentidos, facultades, mente y discernimiento en normal condición, y puesta la mira espiritual en la liberación y en el logro de la paz, desecha el sabio las desgastadas envolturas del deseo, el temor, la pasión y la lujuria, y queda libre de toda esclavitud.

Cuando el sabio reconoce que me complace la austeridad del propio sacrificio, que soy el Gobernante del universo y el Amador de todos los seres, entonces me halla y me conoce en Mi paz.



Así concluye la quinta parte del Bhagavad Guita, titulada:

RENUNCIACIÓN

http://lacienciadelossabios.blogspot.com.es/

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