Capítulo 8 (SEGUNDO ESCRITO)
Aceptación Total y No División.
El tantra te acepta en tu totalidad, en tu integridad, porque el tantra dice: acepta totalmente o rechaza totalmente; no hay nada entremedias. Un hombre es una totalidad, una totalidad orgánica. No puedes dividirlo. No puedes decir: «No aceptaremos esto», porque lo que rechazas está orgánicamente unido a lo que aceptas. Es de esta manera… Aquí está mi cuerpo.
Llega alguien y dice: «Aceptamos tu circulación sanguínea, pero no aceptamos el ruido de tu corazón.
Este continuo latir de tu corazón no lo aceptamos. Aceptamos tu circulación sanguínea. Está bien, es silenciosa.»
Pero mi circulación sanguínea es a través de mi corazón, y el latir está básicamente relacionado con la circulación de la sangre; sucede a causa de ella. Así que ¿qué puedo hacer?
Mi corazón y mi circulación sanguínea son una unidad orgánica. No son dos cosas, son una. Así que o acéptame totalmente o recházame totalmente, pero no trates de dividirme, porque entonces crearás una deshonestidad, una profunda deshonestidad.
Si sigues condenando el latido de mi corazón, entonces también yo empezaré a condenar el latido de mi corazón.
Pero la sangre no podrá circular, y no puedo estar vivo sin ello. Así que ¿qué hacer? Sigue siendo como eres, y sigue diciendo todo el tiempo otra cosa que no eres, que no puedes ser.
No es difícil ver cómo están relacionados el corazón y la circulación sanguínea, pero es difícil ver cómo están relacionados el amor y el odio. Son uno.
Cuando amas a alguien, ¿qué estás haciendo? Es un movimiento, como la respiración saliendo. Cuando amas a alguien, ¿qué estás haciendo? Vas a encontrarte con él; es una respiración que sale. Cuando odias a alguien, es una respiración que vuelve a entrar. Cuando amas, eres atraído a alguien.
Cuando odias, eres repelido.
La atracción y la repulsión son dos ondas de un movimiento.
La atracción y la repulsión no son dos cosas; no puedes dividirlas.
No puedes decir: «Puedes inspirar pero no puedes espirar, o puedes espirar pero no puedes inspirar.
Sólo se te permite hacer una cosa.
O sigues espirando o sigues inspirando, pero no las dos cosas.»¿Cómo vas a inspirar si no se te permite espirar?
Y si no se te permite odiar, no puedes amar. El tantra dice: «Aceptamos al hombre entero, porque el hombre es una unidad orgánica.»
El hombre es una profunda unidad; no puedes descartar nada.
Y es así como debería ser; porque si el hombre no es una unidad orgánica, entonces en este universo nada puede ser una unidad orgánica. El hombre es el punto culminante de la totalidad orgánica. La piedra tirada en la calle es una unidad.
El árbol es una unidad.
La flor y el pájaro son unidades.
Todo es una unidad, así que ¿por qué no el hombre? Y el hombre es el punto culminante: una gran unidad, una totalidad orgánica muy compleja. En realidad, no puedes rehusar nada.
El tantra dice: «Te aceptamos tal como eres.
Eso no significa que no haya necesidad de cambio; eso no significa que ahora tengas que dejar de crecer.
Más bien, por el contrario, significa que aceptamos la base del crecimiento.»
Ahora puedes crecer, pero este crecimiento no va a ser una elección. Este crecimiento va a ser un crecimiento sin elección. ¡Mira! Por ejemplo, cuando un buda se ilumina podemos preguntar: «¿Adónde ha ido su ira?
¿Adónde? Tenía ira, tenía sexo, así que ¿adónde ha ido su sexo? ¿Adónde se ha ido su ira? ¿Dónde esta su avaricia?» Ahora no podemos reconocer nada de ira en él. Cuando está iluminado no podemos reconocer nada de ira en él. ¿Puedes reconocer el barro en el loto? El loto viene del barro. Si nunca has visto un loto creciendo en el barro y te traen una flor de loto, ¿puedes concebir que esta bella flor de loto haya salido del barro corriente de un estanque? ¡Este bello loto saliendo del feo barro! ¿Puedes reconocer el barro en alguna parte de él? Está ahí, pero transformado. Su fragancia procede de ese mismo barro feo.
El color rosado de los pétalos viene del mismo barro feo.
Si ocultas esta flor de loto en el barro, en unos pocos días desaparecerá de nuevo en su madre.
Entonces serás incapaz de nuevo de reconocer a dónde se ha ido el loto. ¿Adónde? ¿Dónde está la fragancia? ¿Dónde están esos pétalos tan hermosos? No te puedes reconocer a ti mismo en Buda, pero tú estás ahí; por supuesto, en un plano mayor y más elevado, transformado.
El sexo está ahí, la ira está ahí, el odio está ahí. Todo lo perteneciente al hombre está ahí.
Buda es un hombre, pero ha llegado a su crecimiento supremo. Se ha convertido en una flor de loto; no puedes reconocer el barro, pero eso no significa que el barro no esté ahí. Está ahí, pero no como barro. Es una unidad más elevada.
Es por eso que en Buda no puedes sentir ni odio ni amor.
Eso es aún más difícil de comprender, porque Buda parece totalmente amoroso: sin odiar nunca, siempre en silencio, nunca enfadado. Pero su silencio es diferente de tu silencio. No puede ser el mismo. ¿Qué es tu silencio?
Einstein ha dicho en alguna parte que nuestra paz no es más que una preparación para la guerra. Entre dos guerras tenemos un intervalo de paz, pero esa paz no es realmente paz.
Es sólo el intervalo entre dos guerras, de modo que se vuelve una guerra fría. Por tanto, tenemos dos tipos de guerra: caliente y fría. Después de la segunda guerra mundial, Rusia y Estados Unidos comenzaron una guerra fría.
No están en paz: tan sólo en preparación de otra guerra.
Se están preparando. Toda guerra perturba, destruye.
Tienes que prepararte otra vez, así que necesitas un lapso, un intervalo.
Pero si en realidad las guerras desaparecen completamente de este mundo, entonces este tipo de paz que significa guerra fría también desaparecerá, porque sucede siempre entre dos guerras. Si las guerras desaparecen completamente, esta guerra fría que llamamos paz no puede continuar. ¿Qué es tu silencio?
Tan sólo una preparación entre dos iras.
¿Qué pasa cuando pareces estar en calma? ¿Estás realmente relajado, realmente en calma, o estás simplemente preparándote para otro arrebato, para otra explosión?
La ira es un derroche de tu energía, así que también necesitas tiempo. Cuando te enfureces, no te puedes volver a enfurecer inmediatamente.
Cuando entras en el acto sexual, no puedes volver a entrar inmediatamente. Necesitarás tiempo, así que necesitarás un periodo de brahmacharya -celibato- durante al menos dos o tres días. Dependerá de tu edad.
Este celibato no es realmente celibato, estás tan sólo preparándote de nuevo.
Entre dos actos sexuales no puede haber brahmacharya.
Sigues llamando ayuno al periodo entre dos comidas.
Por eso por la mañana «desayunas», pero ¿dónde está el ayuno? Tan sólo te estabas preparando.
No puedes seguir metiéndote comida continuamente, tienes que tener un intervalo, pero ese intervalo no es un ayuno.
En realidad, es sólo una preparación para otra comida, no un ayuno. De modo que cuando estás en silencio, es siempre entre dos iras. Cuando estás en calma, es siempre entre dos cúspides de tensión. Cuando eres célibe, es sólo entre dos actos sexuales. Cuando estás amando, es siempre entre dos odios: recuerda esto. Así es que si Buda está en silencio, no pienses que ése es tu silencio.
Cuando tu ira ha desaparecido, tu silencio también ha desaparecido. Ambos existen juntos; no se pueden separar.
De modo que cuando es un brahmachari -un célibe-, no pienses que ése es tu celibato.
Cuando el sexo ha desaparecido, brahmacharya también ha desaparecido. Ambos formaban parte de una cosa, así que ambos han desaparecido.
Con un Buda hay un ser tan diferente que no puedes concebirlo. Sólo puedes concebir la dicotomía que conoces.
No puedes concebir el tipo de hombre que es, lo que le ha sucedido. Toda la energía ha llegado a un nivel diferente, un plano diferente de existencia.
El barro se ha convertido en un loto, pero aún sigue ahí.
El barro no ha sido excluido del loto; ha sido transformado.
De modo que todas las energías que hay dentro de ti son aceptadas por el tantra.
El tantra no está a favor de excluir nada en absoluto, sino de la transformación.
Y el tantra dice que el primer paso es aceptar.
El primer paso es muy difícil: aceptar.
Puede que te estés enfureciendo muchas veces cada día, pero aceptar tu ira es muy difícil. Estar enfadado es muy fácil; aceptar tu ira es muy difícil. ¿Por qué?
No sientes tanta dificultad en estar enfadado, así que ¿por qué sientes tanta dificultad en aceptarlo? Enfurecerse no parece tan malo como aceptarlo.
Todo el mundo piensa que es una buena persona y que la ira es sólo momentánea, viene y va. No destruye tu auto imagen.
Sigues siendo bueno. Dices que «simplemente sucedió».
No es destructivo para tu ego.
De modo que los que son astutos se arrepentirán inmediatamente. Se enfurecerán y se arrepentirán, pedirán perdón.
Éstos son los astutos. ¿Por qué los llamo astutos? Porque su ira hace temblar su auto imagen. Empiezan a sentirse inquietos. Empiezan a sentir: «¿Me enfurezco? ¿Soy tan malo que me enfurezco?» De modo que la imagen de buena persona tiembla. Tiene que intentar asentarla de nuevo. Inmediatamente dice: «Esto está mal. No volveré a hacerlo. Perdóname.» Pidiendo perdón, su auto imagen se asienta de nuevo.
Es bueno: de vuelta a su estado previo cuando no había ira.
Ha cancelado su ira pidiendo perdón.
Se ha llamado malo a sí mismo simplemente para seguir siendo bueno.
Es por eso que durante vidas enteras puedes seguir estando enfadado, siendo sexual, siendo posesivo, siendo esto y aquello, pero nunca aceptando. Éste es un truco de la mente.
Todo lo que haces está sólo en la periferia.
En el centro, sigues siendo bueno.
Si aceptas que «tengo ira», en el centro te vuelves malo.
Entonces no es sólo una cuestión de enfadarse, entonces no es momentáneo.
Más bien, la ira es entonces parte de tu constitución.
Entonces no es que alguien te irrite y te enfade.
Incluso si estás solo, la ira está ahí.
Cuando no te estás enfadando, la ira aún sigue ahí, porque la ira es tu energía, forma parte de ti.
No es que a veces destelle y luego se extinga, ¡no! No puede destellar si no está siempre presente.
Puedes apagar esta luz, puedes encender esta luz; pero la corriente debe permanecer ahí continuamente.
Si la corriente no está ahí, no puedes encenderla y apagarla.
La corriente, la corriente de la ira, siempre está ahí; la corriente del sexo siempre está ahí, la corriente de la avaricia siempre está ahí. Puedes encenderla, puedes apagarla.
Cambias con las situaciones, pero internamente continúas siendo el mismo. Aceptar significa que la ira no es un acto.
Más bien, tú eres ira.
El sexo no es simplemente un acto; tú eres sexo.
La avaricia no es simplemente un acto; tú eres avaricia.
Aceptar esto significa desechar la auto imagen.
Y todos hemos construido bellas imágenes de nosotros mismos. Todo el mundo ha construido una bella imagen de sí mismo: absolutamente bella.
Y cualquier cosa que hagas nunca la afecta, sigues protegiéndola. La imagen es protegida, te sientes muy bien.
Por eso te puedes enfurecer, te puedes volver sexual, y no estás turbado. Pero si aceptas y dices: «Soy sexo, soy ira, soy avaricia», entonces tu auto imagen se desmorona inmediatamente.
El tantra dice que éste es el primer paso, y el más difícil: aceptar todo lo que eres. A veces, tratamos de aceptar, pero siempre que aceptamos lo hacemos de nuevo de una forma muy calculada. Nuestra astucia es profunda y sutil, y la mente tiene formas muy sutiles de engañar.
A veces aceptas y dices: «Sí, estoy enfadado.»
Pero si lo aceptas, sólo lo aceptas cuando piensas en cómo trascender la ira. Entonces aceptas y dices: «Muy bien, estoy enfadado. Ahora dime cómo ir más allá de ello.» Sólo aceptas el sexo para no ser sexual. Siempre que estás tratando de hacer otra cosa, eres capaz de aceptar, porque tu auto imagen se mantiene de nuevo para el futuro. Eres violento y tratas de ser no-violento; así que aceptas y dices: «Muy bien, soy violento.
Hoy soy violento; pero, sin embargo, mañana seré no violento.» ¿Cómo te volverás no-violento? Pospones ésta auto imagen al futuro. No piensas sobre ti mismo en el presente.
Piensas siempre desde el punto de vista del ideal: de la no-violencia, el amor y la compasión. Entonces estás en el futuro. Este presente existe simplemente para volverse un pasado; tu yo auténtico está en el futuro, así que sigues identificándote con ideales. Esos ideales son también formas de no aceptar la realidad. Eres violento: ésa es la realidad.
Y el presente es lo único que es existencial; el futuro no lo es.
Tus ideales son tan sólo sueños.
Son trucos para posponer la mente, para enfocar la mente en otra parte. Eres violento; ésta es la realidad, así que acéptalo.
Y no trates de ser noviolento. Una mente violenta no puede volverse no-violenta. ¿Cómo es posible? Considéralo con profundidad.
Eres violento, así que ¿cómo vas a ser no-violento? Cualquier cosa que hagas será hecha por la mente violenta: ¡cualquier cosa! Incluso mientras estés intentando ser no-violento, el esfuerzo lo estará haciendo la mente violenta.
Eres violento, así que incluso intentar ser no-violento será violento.
En el esfuerzo mismo por ser noviolento, intentarás todo tipo de violencia. Por eso acudes a los que luchan por la no-violencia. Puede que ellos no sean violentos con los demás, pero lo son consigo mismos. Son muy violentos consigo mismos: se están matando a sí mismos.
Y cuanto más se enfurecen consigo mismos, más célebres son. Cuando se vuelven completamente locos, suicidas, entonces la sociedad dice: «Éstos son los sabios.»
Pero sólo han transformado el objeto de la violencia, nada más. Eran violentos con alguna otra persona, ahora son violentos consigo mismos: pero la violencia sigue ahí.
Y cuando eres violento con otra persona, la ley puede proteger, los tribunales pueden ayudar, la sociedad te condenará.
Pero cuando eres violento contra ti mismo, no hay ley.
Ninguna ley te puede proteger contra ti mismo.
Cuando el hombre está contra sí mismo no hay protección, no se puede hacer nada. Y a nadie le importa, porque es asunto tuyo. Nadie más está involucrado en ello: es asunto tuyo.
Los denominados monjes, los denominados santos, son violentos contra sí mismos. A nadie le interesa.
Dicen: «¡Muy bien! Sigue haciéndolo. Es asunto tuyo.
» Si tu mente es avariciosa, ¿cómo vas a ser no-avaricioso?
La mente avariciosa continuará siendo avariciosa.
Cualquier cosa que haga para ir más allá de la avaricia no ayudará.
Por supuesto, podemos crear nuevas avaricias.
Pregunta a una mente avariciosa: «¿Qué estás haciendo acumulando simplemente riquezas?
Morirás y no te puedes llevar tus riquezas contigo.»
Ésta es la lógica de los denominados predicadores religiosos: que no te puedes llevar tus riquezas contigo.
Pero si alguien pudiera llevárselas, toda la lógica se vendría abajo. La persona avariciosa percibe la lógica, por supuesto. Pregunta: «¿Cómo me puedo llevar mi riqueza conmigo?»
Pero quiere llevársela verdaderamente.
Por eso el sacerdote se vuelve influyente.
El sacerdote le muestra que es una tontería acumular cosas que no se pueden llevar más allá de la muerte.
Le dice: «Yo te enseñaré a acumular cosas que sí se pueden llevar. La virtud se puede llevar, punya -las buenas obras- se puede llevar, la bondad se puede llevar, pero no la riqueza.
Así que dona la riqueza.»
Pero esto es una apelación a su avaricia.
Esto es decirle: «Ahora te daremos cosas mejores que sí se pueden llevar más allá de la muerte.»
La apelación obtiene resultados.
La persona avariciosa siente: «Tienes razón.
La muerte existe y no se puede hacer nada al respecto, así que debo hacer algo que sí se pueda llevar al más allá.
Debo crear algún tipo de saldo bancario también en el otro mundo. El mundo, este saldo bancario, no puede estar conmigo para siempre.» Sigue hablando en estos términos.
Examina las Escrituras…, apelan a tu avaricia.
Dicen: «¿Qué estás haciendo perdiendo el tiempo en placeres momentáneos?» El énfasis recae en «momentáneos».
Así que encuentra placeres eternos; entonces está bien.
No están en contra de los placeres, están simplemente en contra de que sean momentáneos. ¡Observa la avaricia!
A veces sucede que puede que encuentres una persona no avariciosa que está disfrutando placeres momentáneos, pero entre tus santos no puedes encontrar uno que no esté pidiendo, exigiendo, placeres eternos.
En ellos la avaricia es aún mayor.
Puedes encontrar una persona no avariciosa entre las personas corrientes, pero no puedes encontrar una persona no avariciosa entre los denominados santos.
Ellos también quieren placeres, pero son más avariciosos que tú. Tú te contentas con placeres momentáneos, y ellos no.
Su avaricia es mayor. Su avaricia sólo puede contentarse con placeres eternos. La avaricia infinita pide placeres infinitos; recuerda esto. Una avaricia finita se contenta con el placer finito. Ellos te preguntarán: «¿Qué estás haciendo amando a una mujer? Ella no es más que huesos y sangre.
Considera con detenimiento a la mujer que amas. ¿Qué es?
» No están en contra de la mujer; están en contra de los huesos, en contra de la sangre, en contra del cuerpo.
Pero si la mujer es de oro, entonces está bien.
Están pidiendo mujeres de oro.
No están en este mundo, así que crean otro mundo.
Dicen: «En el cielo hay doncellas de oro -apsaras- que son hermosas y que nunca envejecen.» En el cielo hindú, las apsaras, las chicas celestiales, permanecen siempre con dieciséis años. Nunca envejecen, siempre tienen dieciséis años: nunca más y nunca menos. Así que ¿qué estás haciendo perdiendo el tiempo en estas mujeres corrientes? Piensa en el cielo.
No están realmente contra el placer. En realidad, están en contra del placer momentáneo. Si, por algún capricho, Dios otorga a este mundo el placer eterno, todo el edificio de la religión se vendrá abajo inmediatamente; todo el atractivo se habrá perdido.
Si de alguna forma los saldos bancarios se pueden llevar más allá de la muerte, nadie estará interesado en crear saldos bancarios en el otro mundo. Así es que la muerte es una gran ayuda para los sacerdotes.
Un hombre avaricioso siempre es atraído por otra avaricia.
Si le dices y le convences de que su avaricia es la causa de su desdicha, y que si deja la avaricia alcanzará un estado de dicha, puede que lo intente: porque ahora ya no estás realmente contra su avaricia. Le estás dando nuevos pastos a su avaricia. Puede entrar en nuevas dimensiones de avaricia.
Así que el tantra dice que una mente avariciosa no puede volverse noavariciosa, una mente violenta no puede volverse no-violenta. Pero esto parece irremediable. Si esto es así, entonces no se puede hacer nada. Entonces ¿qué defiende el tantra? Si una mente avariciosa no se puede volver no-avariciosa, y una mente violenta no se puede volver no-violenta, y una mente obsesionada por el sexo no puede transformarse por encima del sexo, si no se puede hacer nada, ¿qué defiende el tantra?.
El tantra no está diciendo que no se pueda hacer nada. Se puede hacer algo, pero la dimensión es completamente diferente.
Una mente avariciosa tiene que comprender que es avariciosa y aceptarlo: no tratar de ser no avariciosa.
La mente avariciosa tiene que profundizar en sí misma para caer en la cuenta de la profundidad de su avaricia.
No alejándose de ella, sino permaneciendo con ella; no entrando en ideales -en ideales contradictorios, en ideales opuestos-, sino permaneciendo en el presente, entrando en la avaricia, conociendo la avaricia, comprendiendo la avaricia, y no tratando de escapar de ella de ninguna manera.
Si puedes permanecer con tu avaricia, sucederán muchas cosas. Si puedes permanecer con tu avaricia, con tu sexo, con tu ira, tu ego se disolverá. Esto será lo primero, ¡y qué gran milagro es! Mucha gente viene a mí y sigue preguntándome cómo no tener ego. No puedes no tener ego a no ser que mires los fundamentos de tu ego para encontrarlo.
Eres avaricioso y piensas que no eres avaricioso: esto es el ego.
Si eres avaricioso y sabes y aceptas totalmente que eres avaricioso, entonces ¿dónde puedes dejar que se mantenga tu ego? Si estás enfadado y dices que estás enfadado -no se lo dices a los demás, pero lo adviertes muy dentro de ti, sientes la impotencia- entonces ¿dónde se puede mantener tu ira?
Si eres sexual, acéptalo.
Cualquier cosa que haya en ti, acéptala. La no-aceptación de la naturaleza crea el ego, la no-aceptación de tu esencia, tu tathata, lo que eres. Si lo aceptas, el ego no existirá. Si no lo aceptas, si lo rechazas, si creas ideales en contra de ello, habrá ego.
Los ideales son la materia de la que está hecho el ego.
Acéptate a ti mismo. Pero entonces parecerás un animal.
No parecerás un hombre, porque tu concepto del hombre está en tus ideales. Por eso seguimos enseñando a los demás a no ser como animales, y todo el mundo es un animal.
¿Qué puedes hacer? Eres un animal. Acepta tu animalidad.
Y en el momento en que aceptas tu animalidad, has hecho lo primero para ir más allá de los animales: porque ningún animal sabe que es un animal; sólo el hombre puede saberlo. Eso es ir más allá. Negando, no puedes ir más allá.
¡Acepta! Cuando todo esté aceptado, de pronto notarás que has transcendido. ¿Quién está aceptando? ¿Quién acepta la totalidad? Lo que acepta ha ido más allá.
Si rechazas, permaneces en el mismo plano.
Si aceptas, vas más allá. Aceptación es trascendencia.
Y si te aceptas totalmente a ti mismo, de pronto eres arrojado a tu centro. Entonces no te puedes mover a ninguna parte.
No puedes salir de tu esencia, de tu naturaleza, así que eres arrojado a tu centro.
Todas estas técnicas tántricas que estamos planteando y tratando de comprender son maneras diferentes de arrojarte a tu centro, de sacarte de la periferia. Y tú estás tratando de escaparte del centro de muchas maneras. Los ideales son buenos escapes.
Los idealistas son los más sutiles de los egoístas.
Suceden muchas cosas… Eres violento y creas un ideal de no-violencia. Entonces necesitas no entrar en ti mismo, en tu violencia; no es necesario.
Entonces ésta es la única necesidad: seguir pensando en la no-violencia, leyendo sobre la no-violencia, y tratando de practicar la no-violencia. Te dices a ti mismo: «No toques la violencia», y eres violento.
Así que te puedes escapar de ti mismo, te puedes ir a la periferia, pero entonces nunca llegarás al centro. Eso es lo primero.
En segundo lugar, cuando creas el ideal de la no-violencia, puedes condenar a los demás. Ahora es muy fácil.
Tienes el ideal con el que juzgar a todo el mundo, y puedes decirle a todo el mundo: «Eres violento.» India ha creado muchos ideales; es por eso por lo que India sigue condenando continuamente al mundo entero.
Toda la mente de India es condenatoria. Sigue condenando al mundo entero; todos los demás son violentos, sólo India es no-violenta. Nadie parece ser no-violento aquí, pero el ideal es bueno para condenar a los demás. Nunca te cambia, pero puedes condenar a los demás porque tú tienes el ideal, el criterio.
Y cuando tú eres violento, lo puedes racionalizar: tu violencia es algo enteramente diferente. Estos últimos veinticinco años hemos visto muchas cosas violentas, pero nunca hemos condenado nuestra violencia. Siempre la hemos defendido y racionalizado con bellas palabras.
Si somos violentos en Bengala, en Bangladesh, entonces decimos que es para ayudar a que la gente obtenga la libertad allí.
Si somos violentos en Cachemira, es para ayudar a los cachemires. Pero ya sabes, todos los militaristas dicen lo mismo. Si América es violenta en Vietnam, es por «esa pobre gente.» Nadie es violento para sí mismo; nadie lo ha sido nunca. Siempre somos violentos para ayudar a alguien. Incluso si te mato, es por tu propio bien, es para ayudarte. E incluso si acabas muerto, incluso si te mato, observa mi compasión… Incluso te puedo matar por tu propio bien. Así que sigue condenando al mundo entero. Cuando India atacó Goa, cuando India entró en guerra con China, Bertrand Russell criticó a Nehru, diciendo: «¿Dónde está vuestra no-violencia ahora? Sois todos seguidores de Gandhi. ¿Dónde está vuestra no-violencia ahora?» Nehru respondió prohibiendo el libro de Bertrand Russell en India. El libro que Russell escribió fue prohibido. Ésta es nuestra mente no-violenta. Éste era un buen debate. El libro debería haber sido distribuido gratis, porque argumentaba magníficamente. Decía: «Sois un pueblo violento. Vuestra no-violencia era simplemente política. Vuestro Gandhi no era un sabio, era tan sólo una mente diplomática. Y todos habláis de la no-violencia, pero cuando llega el momento os volvéis violentos.
Cuando los demás están luchando, vosotros os ponéis sobre vuestro elevado altar y condenáis al mundo entero por violento.» Esto sucede con los individuos, con las sociedades, con las culturas, con las naciones.
Si tienes ideales, no necesitas transformarte a ti mismo.
Siempre puedes confiar en que serás transformado en el futuro por los propios ideales, y puedes condenar a los demás muy fácilmente. El tantra dice que permanezcas contigo mismo.
Seas lo que seas, acéptalo.
No te condenes a ti mismo, no condenes a los demás.
La condena es inútil, las energías no cambian con ella.
El primer paso es aceptar. Quédate con el hecho -esto es muy científico-, quédate con el hecho de la: ira, la avaricia y el sexo.
Y conoce el hecho en toda su realidad.
No lo toques simplemente desde arriba, desde la superficie. Conoce el hecho en su totalidad, en toda su realidad.
Entra en él hasta las raíces. Y, recuerda, siempre que puedes entrar hasta las raíces de algo, lo transciendes.
Si puedes conocer tu sexualidad hasta las mismas raíces, te vuelves su amo. Si puedes conocer tu ira hasta las mismas raíces, te vuelves su amo. Entonces la ira se vuelve simplemente instrumental: la puedes usar.
Recuerdo muchas cosas sobre Gurdjieff. Gurdjieff enseñaba a sus discípulos a estar enfurecidos correctamente. Hemos oído hablar de las palabras de Buda: meditación correcta, pensamiento correcto y contemplación correcta.
Hemos oído hablar de la enseñanza de Mahavira sobre la visión correcta y el conocimiento correcto. Gurdjieff enseñaba la ira correcta y la avaricia correcta, y la enseñanza estaba influida por la antigua tradición del tantra. Gurdjieff fue muy condenado en Occidente, porque en Occidente él era el símbolo viviente del tantra. Él enseñaba la ira correcta; él enseñaba a estar totalmente enfadado. Si estabas enfadado, él te decía: «Sigue.
No lo reprimas, deja que salga en su totalidad.
Entra en ello. Vuélvete la ira. No te contengas, no te eches a un lado. Entra de un salto profundo en ella.
Deja que todo tu cuerpo se vuelva una llama, un fuego.»
Tú nunca has entrado tan profundamente y nunca has visto a nadie hacerlo, porque todo el mundo está más o menos culturizado. Nadie es original; todo el mundo está más o menos imitando.
¡Nadie es original! Si puedes entrar totalmente en la ira, te volverás un fuego, un ardor. El fuego será tan profundo, las llamas serán tan profundas, que tanto el pasado como el futuro cesarán inmediatamente. Te volverás una llama presente.
Y cuando cada una de tus células esté ardiendo, cuando todas las partes de tu cuerpo estén en llamas y te hayas vuelto tan sólo furia -no furioso-, entonces Gurdjieff dirá: «Ahora sé consciente. No reprimas. Ahora sé consciente. Ahora de pronto sé consciente de lo que te has vuelto, de lo que es la ira.» En este momento de total presente y presencia, uno puede hacerse consciente de pronto, y te puedes echar a reír de lo absurdo de todo el asunto, de la tontería, de la estupidez de todo el asunto. Pero esto no es represión; esto es risa. Te puedes reír de ti mismo porque te has transcendido a ti mismo. La ira no volverá a ser capaz de dominarte nunca más. Has conocido la ira en su totalidad, y no obstante te pudiste reír e ir más allá de ella. Pudiste ver desde más allá de tu ira. Una vez que has visto su totalidad, sabes qué es la ira. Y sabes también que incluso si toda la energía se transforma en ira, aún puedes ser un observador, un testigo. Así que no hay miedo. Recuerda esto: lo que no es conocido, siempre produce miedo. Lo que es oscuro siempre produce miedo. Tienes miedo a tu propia ira. De modo que la gente sigue diciendo que reprimas la ira porque no es bueno estar enfurecido, puede que haga daño a los demás. Pero ésa no es la verdadera causa. La verdadera causa es que tienen miedo a su ira. Si se enfadan realmente, no saben lo que puede suceder. Se tienen miedo a sí mismos. Nunca han conocido la ira. Es algo muy temible, escondido en su interior, así que le tienen miedo. Por eso están bajo el control de la sociedad, de la cultura, de la educación, y dicen: «No debemos enfadarnos. La ira es mala. Hace daño a los demás.»
Tienes miedo a tu ira, tienes miedo a tu sexualidad. Nunca has estado en el sexo totalmente. El primer paso es aceptar.
Quédate con el hecho -esto es muy científico-, quédate con el hecho de la: ira, la avaricia y el sexo. Y conoce el hecho en toda su realidad. No lo toques simplemente desde arriba, desde la superficie. Conoce el hecho en su totalidad, en toda su realidad. Entra en él hasta las raíces. Y, recuerda, siempre que puedes entrar hasta las raíces de algo, lo transciendes.; tu mente siempre estaba ahí. Y si la mente está ahí en el acto sexual, entonces el acto es pseudo, falso. La mente debe disolverse, debes volverte simplemente cuerpo. No debe haber ningún pensar.
Si estás pensando, estás dividido. Entonces el acto sexual no es más que soltar la energía excesiva.
Es soltar energía, nada más.
Pero tienes miedo de estar totalmente en el sexo.
Por eso estás bajo el control de la sociedad y dices que el sexo es malo. ¡Tienes miedo! ¿Por qué tienes miedo? Porque si entras totalmente en el sexo, no sabes lo que puedes hacer, no sabes lo que puede suceder, no sabes qué fuerza animal puede surgir, no sabes lo que puede echar en ello tu inconsciente. ¡No sabes! Entonces no serás el amo; no tendrás el control.
Puede que se destruya tu auto imagen. Por lo tanto, controlas el acto sexual. Y la forma de controlar es permanecer en la mente. Dejas que haya acto sexual, pero local.
Trata de comprender este «local» y «general».
El tantra dice que un acto sexual es local cuando sólo está involucrado tu centro sexual.
Es local; es una suelta local de energía.
El centro sexual va acumulando energía. Cuando es excesiva, tienes que soltarla; si no, creará tensiones, creará pesadez.
La sueltas, pero es una suelta local. No está involucrado todo tu cuerpo, todo tu ser. La implicación no local, total, significa que cada fibra del cuerpo, cada célula del cuerpo, todo lo que eres, está en ello. Tu ser entero se ha vuelto sexual.
No sólo tu centro sexual; todo tu ser se ha vuelto sexual.
Pero entonces tienes miedo, porque entonces cualquier cosa es posible. Y no sabes lo que puede suceder, porque nunca has conocido la totalidad. Puede que hagas ciertas cosas que no puedes concebir. Tu inconsciente explotará.
No te volverás un animal, sino muchos animales, porque has pasado por muchas vidas, por muchos cuerpos animales.
Puede que empieces a aullar, puede que empieces a gritar, puede que empieces a rugir como un león. No sabes. Cualquier cosa es posible: eso produce miedo. Necesitas mantener el control para no perderte a ti mismo en algo. Por eso nunca conocemos nada.
Y a menos que conozcas, no puedes trascender. Acepta, profundiza, entra hasta las mismas raíces. Esto es tantra.
El tantra aboga por experiencias profundas. Cualquier cosa que se haya experimentado puede ser transcendida; cualquier cosa que se haya reprimido, nunca puede ser transcendida. Esto es todo por hoy.
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