El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO XIV SEGUNDO ESCRITO
Capítulo 14 (SEGUNDO ESCRITO)
Cambiar la Dirección de la Energía Preguntas
Buda permaneció en silencio. Siempre que iba a algún sitio, anunciaba: «Por favor, no me preguntéis nada sobre Dios.
Me podéis preguntar cualquier cosa, pero no sobre Dios.» Los eruditos, los pandits, que en realidad no tenían ninguna experiencia, sino sólo conocimientos, empezaron a hablar de Buda y a crear rumores, diciendo: «Guarda silencio porque no sabe. Si supiera, ¿por qué no iba a decir?» Y Buda se reía.
Esa risa sólo la podían comprender unos pocos. Si el amor no puede ser expresado, ¿cómo va a poder ser expresado Dios? Entonces cualquier expresión es perjudicial: eso es lo primero. Por eso Shiva guarda silencio acerca de la experiencia.
Va al punto en que se puede usar un dedo como indicación -entonces, eso, la experiencia- y luego se queda callado.
La segunda razón es: incluso si se puede expresar de cierta manera, incluso si sólo se puede expresar parcialmente, incluso si no se puede expresar realmente, también entonces se pueden crear algunos paralelos para ayudar.
Pero Shiva tampoco los está usando, y hay una razón.
Es porque nuestras mentes son tan avariciosas que siempre que se dice algo sobre la experiencia, la mente se aferra a ello.
Y entonces la mente se olvida del método y sólo recuerda la experiencia, porque el método requiere esfuerzo: un esfuerzo prolongado que a veces es aburrido, a veces peligroso.
Es necesario un esfuerzo prolongado y continuo.
Así es que nos olvidamos del método.
Recordamos el resultado y seguimos imaginando, deseando, anhelando el resultado. Y uno se puede engañar a sí mismo muy fácilmente.
Uno se puede imaginar que el resultado ha sido logrado.
Había alguien aquí hace unos pocos días. Es un sannyasin; un hombre mayor, muy mayor. Tomó sannyas hace treinta años; ahora tiene casi setenta. Vino a mí y dijo: «He venido a pedir
información, a saber algo.» Así que le pregunté: «¿Qué quieres saber?»De repente, él cambió.
Dijo: «No, no a saber algo, realmente; sólo a conocerte, porque todo lo que se puede saber ya lo he sabido.»
Durante treinta años ha estado imaginando, deseando -deseando la dicha, experiencias divinas-, y ahora, a esta edad tan avanzada, se ha vuelto débil y la muerte se acerca.
Ahora está creando alucinaciones de que ha experimentado.
Así que le dije: «Si has experimentado, entonces permanece en silencio. Quédate aquí conmigo unos momentos, porque entonces no hay necesidad de hablar.» Entonces se inquietó. Dijo: «¡Muy bien! Entonces supón que no he experimentado. Entonces dime algo.» Así es que le dije: «No hay ninguna posibilidad de que yo suponga nada. O has sabido o no has sabido.» Le dije: «Así que sé claro al respecto. Si has sabido, permanece callado. Quédate aquí unos pocos momentos y luego vete. Si no has sabido, sé claro: dímelo.» Estaba perplejo.
Había venido a pedir información sobre algunos métodos. Entonces dijo: «En realidad, no he tenido la experiencia, pero he estado pensando tanto acerca de Aham Brahmasmi -soy el Brahma- que a veces olvido que sólo he estado pensando.
Lo he repetido tanto, día y noche continuamente durante treinta años, que a veces me olvido completamente de que no lo he sabido. Es sólo una afirmación prestada.»
Es difícil recordar qué es conocimiento y qué es experiencia.
Se confunden; se revuelven y entremezclan.
Y es muy fácil sentir que tu conocimiento se ha vuelto tu experiencia. La mente humana es tan engañosa, tan astuta, que eso es posible.
Ésa es otra razón por la que Shiva ha permanecido en silencio acerca de la experiencia. No dice nada sobre ella.
Sigue hablando de métodos, permaneciendo completamente: en silencio sobre el resultado. No puedes ser engañado por él.
Ésa es una de las razones por las que este libro, uno de los libros más significativos, ha permanecido totalmente desconocido.
Este Vigyan Bhairav Tantra es uno de los libros más significativos del mundo. Ninguna Biblia, ningún Veda, ningún Guita es tan significativo, pero, ha permanecido completamente desconocido. ¿La razón? Contiene sólo simples métodos sin ninguna posibilidad de que tu avaricia se aferre al resultado. La mente quiere aferrarse al resultado.
La mente no está interesada en el método; está interesada en el resultado final. Y si puedes pasar del método y llegar al resultado, la mente estará extremadamente feliz.
Alguien me preguntó: «¿Porqué tantos métodos? Kabir ha dicho: “Sahaj samadhi bhali: sé espontáneo.”
El éxtasis espontáneo es bueno, así que no hay necesidad de métodos.» Le dije: «Si has logrado el sahaj samadhi –el éxtasis espontáneo-, entonces, por supuesto, ningún método es útil: no es necesario. ¿Por qué has venido aquí?»
1 Él dijo: «Aún no lo he logrado, pero me parece que sahaj -el espontáneo- es mejor.» «Pero ¿por qué te parece que el espontáneo es mejor?», le dije. Como no se sugiere ningún método, la mente se siente bien, ya que no tienes que hacer nada, y sin hacer nada ¡puedes lograrlo todo! Debido a esto, el Zen se ha puesto de moda en Occidente, porque el Zen dice: lógralo sin esfuerzo; no hay necesidad de esfuerzo.
El Zen tiene razón; no hay necesidad de esfuerzo.
Pero recuerda: para lograr este punto de no esfuerzo necesitarás un esfuerzo muy, muy prolongado.
Para llegar a un punto en el que no sea necesario ningún esfuerzo, para alcanzar un punto en el que puedas permanecer en no-hacer, será necesario un esfuerzo prolongado.
Pero la conclusión superficial de que el Zen dice que no es necesario ningún esfuerzo se ha vuelto muy atractiva en Occidente. Si no es necesario ningún esfuerzo, la mente dice: esto es lo correcto, porque puedes hacerla sin hacer nada.
Pero nadie puede hacerlo. Suzuki, que dio a conocer el Zen en Occidente, ha prestado un servicio y también ha perjudicado.
Y el perjuicio permanecerá por un periodo de tiempo más largo. Era un hombre muy auténtico, uno de los hombres más auténticos de este siglo, y durante toda su vida se esforzó para llevar el mensaje del Zen a Occidente.
Y solo, con su propio esfuerzo, lo dio a conocer en Occidente.
Y ahora está de moda; hay amigos del Zen por todo Occidente. No hay nada ahora que atraiga tanto como el Zen.
Pero se comprende mal.
La atracción se debe sólo a que el Zen dice que no es necesario ningún método, no es necesario ningún esfuerzo. No tienes que hacer nada; florece espontáneamente. Esto es cierto; pero tú no eres espontáneo, así que nunca florecerá en ti. Ser espontáneo… Parece absurdo y contradictorio, porque para que tú seas espontáneo son necesarios muchos métodos para purificarte, para hacerte inocente y que puedas ser espontáneo.
De otro modo, no puedes ser espontáneo en nada.
Este Vigyan Bhairav Tantra fue traducido al inglés por Paul Reps. Él ha escrito un libro muy hermoso, Zen Flesh, Zen Bones, * y en el apéndice incluyó también este libro, Vigyan Bhairav Tantra. Todo el libro trata del Zen; en el apéndice incluyó también este libro, los ciento doce métodos, y lo denominó escrito pre-Zen.
A muchos seguidores del Zen no les gustó esto, porque dijeron: «El Zen dice que no es necesario ningún esfuerzo, y este libro sólo tiene que ver con el esfuerzo. Este libro trata sólo de métodos, y el Zen dice que no es necesario ningún método, ningún esfuerzo. Así que es anti-Zen, no pre-Zen». Superficialmente tienen razón, pero en el fondo no la tienen, porque para lograr un ser espontáneo uno tiene que hacer muchos progresos. Uno de los discípulos de Gurdjieff, Ouspensky, solía decir siempre que alguien venía a preguntarle sobre el camino: «No sabemos nada sobre el camino.
Sólo enseñamos acerca de algunas veredas que llevan al camino. El camino no lo conocemos.» No pienses que ya estás en el camino. Incluso el camino está lejos.
Desde donde estás, desde ese punto, incluso el camino está lejos. Así que primero tienes que llegar al camino.
Ouspensky era un hombre muy humilde, y es muy difícil ser religioso y ser humilde; dificilísimo, porque en cuanto empiezas a sentir que sabes, la cabeza se vuelve loca.
Él decía siempre: «No sabemos nada sobre el camino.
Está muy lejos, y no hay necesidad de hablar de él en este momento.» Dondequiera que estés, primero tienes que crear un enlace, un pequeño puente, una vereda que te lleve al camino. La espontaneidad -sahaj yogah- está muy lejos de ti.
En el punto en el que estás, eres totalmente artificial, cultivado y culturizado. Nada es espontáneo: nada, digo, es espontáneo. Cuando nada es espontáneo en tu vida, ¿cómo va a ser espontánea la religión? Cuando nada es espontáneo, ni siquiera el amor es espontáneo.
Incluso el amor es un negocio, incluso el amor es un cálculo, incluso el amor es un esfuerzo. Entonces nada puede ser espontáneo. Y entonces explotar espontáneamente en el cosmos es imposible. Desde la situación en la que estás, desde esa situación es imposible. Primero tendrás que deshacerte de toda tu artificialidad, de todas tus actitudes falsas, todas tus convenciones cultivadas, todos tus prejuicios.
Sólo entonces será posible un suceso espontáneo.
Estos métodos te ayudarán a llegar a un punto desde el que no es necesario hacer nada: sólo tu ser es necesario. Pero la mente puede engañar. Y la mente engaña fácilmente, porque así puede conseguir consolidación.
Shiva nunca habla de ningún resultado, sólo de métodos. Recuerda este énfasis. Haz algo, para que pueda llegar a ser posible un momento en el que no se necesite nada, en el que tu ser central se pueda disolver en el cosmos. Pero eso hay que lograrlo. La atracción del Zen se debe a razones equivocadas, y lo mismo se puede decir respecto a Krishnamurti, porque él dice que no es necesario ningún yoga, que no es necesario ningún método. En realidad, dice que no existe ningún método de meditación. Tiene razón. Tiene razón, pero Shiva dice que existen estos ciento doce métodos de meditación, y Shiva también tiene razón. Y por lo que a ti respecta, Shiva tiene más razón. Y si tienes que elegir entre Krishnamurti y Shiva, elige a Shiva. Krishnamurti no te sirve para nada.
Incluso esto se puede decir para ayudarte: que Krishnamurti está absolutamente equivocado. Recuerda: digo para ayudarte. Y él puede ser dañino.
Eso también lo digo para ayudarte, porque si te enredas en su argumento no conseguirás el samadhi. Sólo conseguirás una conclusión: que no es necesario ningún método.
Y eso es peligroso. ¡Para ti, es necesario el método! Llega un momento en que no es necesario ningún método, pero ese momento aún no ha llegado para ti.
Y antes de ese momento, saber acerca de algo que está por llegar es peligroso. Por eso Shiva guarda silencio.
No dice nada sobre el futuro, sobre lo que sucederá. Simplemente se atiene a ti, a lo que eres y a lo que hay que hacer contigo.
Krishnamurti sigue hablando en términos que no puedes comprender. Su lógica se puede notar. Su lógica es correcta; es bella. Estará bien que puedas recordar la lógica de Krishnamurti.
Dice que si estás haciendo algún método, ¿quién está haciendo ese método? La mente lo está haciendo. ¿Y cómo va a poder disolver la mente ningún método hecho por la mente?
Más bien, por el contrario, la fortalecerá más; fortalecerá más tu mente. Se volverá un condicionamiento, será falso.
De modo que la meditación es espontánea; no puedes hacer nada al respecto. ¿Qué puedes hacer respecto al amor? ¿Puedes practicar algún método sobre cómo amar? Si puedes practicar, entonces tu amor será falso.
Sucede, no puede ser practicado. Si ni siquiera el amor puede ser practicado, ¿cómo va a poder ser practicada la oración? ¿Cómo va a poder ser practicada la meditación? La lógica es exacta, absolutamente correcta; pero no para ti, porque al escuchar continuamente esta lógica serás condicionado por esta lógica.
Y los que han estado escuchando a Krishnamurti durante cuarenta años son las personas más condicionadas que he encontrado. Dicen que no hay ningún método, y no obstante, han fracasado por completo.
Les digo: «Habéis comprendido que no hay ningún método y no practicáis ningún método, pero ¿ha florecido en vosotros la espontaneidad?» Ellos dicen: «¡No!» Y si les digo: «Entonces practicad algún método», inmediatamente hace entrada su condicionamiento. Dicen: «No hay ningún método.»
No han estado practicando ningún método, y el samadhi no ha sucedido. Y si les dices: «Entonces probad algún método», (dicen que no hay ningún método.
De manera que están en un dilema.
No han avanzado un centímetro, y la razón de ello es que les han dicho algo que no era para ellos. Es como instruir a un niño pequeño en el sexo. Puedes seguir enseñando, pero estas diciendo algo que todavía no tiene ningún sentido para el niño. Y tu enseñanza será peligrosa, porque estás condicionando su mente. No es lo que necesita; eso no le preocupa.
No sabe qué significa el sexo porque sus glándulas aún no están funcionando, su cuerpo aún no es sexual.
Su energía todavía no se ha movido biológicamente al centro sexual, y le estás hablando. ¿Crees que se le puede enseñar algo sólo porque tiene oídos? ¿Crees que se le puede enseñar algo sólo porque puede asentir con la cabeza? Puedes instruir, y tu enseñanza puede volverse peligrosa y dañina.
Él no se hace preguntas sobre el sexo, no se ha convertido en un problema para él. No ha alcanzado ese punto de madurez en el que el sexo se vuelve significativo. ¡Espera! Cuando empiece a indagar, cuando madure y haga preguntas, entonces dile.
Y nunca le digas más de lo que pueda comprender, porque ese más se volverá una carga en su cabeza.
Es lo mismo con el fenómeno de la meditación.
Sólo se te puede enseñar sobre métodos, no sobre resultados: eso es dar un salto. Y sin afianzarte en el método, dar el salto es simplemente un asunto cerebral, un asunto mental.
Y entonces siempre desaprovecharás el método.
Es como los niños pequeños haciendo aritmética.
Siempre pueden ir a la parte de atrás del libro y saber la respuesta. La respuesta está ahí; en la parte de atrás del libro se dan las respuestas. Pueden mirar la pregunta, ir a la parte de atrás y saber la respuesta.
Y una vez que el niño sabe la respuesta, le resulta muy difícil aprender el método, porque no parece ser necesario.
Cuando ya sabe la respuesta, no hay necesidad.
Y, en realidad, lo hará todo en orden inverso.
Entonces llegará a la respuesta mediante cualquier método falso, cualquier seudométodo. Sabe lo que importa, sabe la respuesta, de modo que puede llegar a la respuesta simplemente creando un método falso.
Y esto sucede tanto en religión que parece que, en lo que respecta a la religión, todo el mundo está haciendo lo que hacen los niños. La respuesta no es buena para ti.
La pregunta está ahí, el método está ahí, y la respuesta la tienes que alcanzar tú.
Ninguna otra persona debería darte la respuesta.
Los maestros auténticos no te ayudan a conocer la respuesta antes de que esté hecho el proceso; simplemente te ayudan a pasar por el proceso. De hecho, incluso si has sabido de alguna manera, incluso si has robado alguna respuesta en alguna parte, te dirán que eso es erróneo.
Puede que no sea erróneo, pero ellos te dirán: «Eso es erróneo. Tíralo: no es necesario.» Te impedirán saber la respuesta antes de que realmente llegues a saberla.
Por eso no se da ninguna respuesta. La amada de Shiva, Devi, le ha hecho preguntas. Él está dando métodos simples.
La pregunta está ahí, el método está ahí. La respuesta queda para que tú la logres, para que tú la vivas. Así que recuerda: centrarse es el método, no el resultado.
El resultado es la experiencia cósmica, oceánica.
Entonces no hay ningún centro.
Segunda pregunta: Dijiste que si uno puede amar realmente, entonces el amor es suficiente y los ciento doce métodos de meditación no son necesarios. Tal como has explicado el amor auténtico, siento que amo realmente, creo.
Pero la dicha que encuentro en la meditación parece ser de otra dimensión que la satisfacción profunda que experimento con el amor, y no me puedo imaginar estar también sin meditación. Así que, por favor, explica más cómo el amor solo, sin meditación, puede ser suficiente.
Habrá que comprender muchas cosas.
Una: si realmente amas, no indagarás en absoluto sobre la meditación: porque el amor es una satisfacción, una culminación tan total que nunca se siente que falte algo, que haya que llenar algún hueco, que necesites algo más.
Si sientes que es necesario algo más, hay un hueco.
Si sientes que hay que hacer y experimentar algo más, entonces el amor es sólo una sensación, no una realidad.
No dudo tu creencia; puede que creas que amas.
Tu creencia es auténtica; no estás engañando a nadie.
Sientes que estás enamorado, pero los síntomas muestran que no lo estás. ¿Cuáles son los síntomas de estar enamorado?
Tres cosas. Primero, absoluta satisfacción.
No se necesita nada más; ni siquiera Dios es necesario. Segundo, no hay futuro. Este momento mismo de amor es la eternidad. No hay momento siguiente, no hay futuro, no hay mañana. El amor es algo que pasa en el presente.
Y tercero, dejas de ser, ya no eres. Si todavía eres, aún no has entrado en el templo del amor. Si suceden estas tres cosas…, si no eres, entonces ¿quién va a meditar?
Si no hay futuro, entonces todos los métodós se vuelven inútiles, porque los métodos son para el futuro, para un resultado.
Si en este mismo momento estás contento, absolutamente contento, ¿dónde está la motivación para hacer nada?
Hay una escuela de psicólogos -y ésta es una de las tendencias más significativas del pensamiento moderno- que comenzó con Wilhelm Reich.
Éste dijo que toda enfermedad mental surge debido a la falta de amor. Como no puedes sentir amor profundo, como no puedes sentirlo totalmente, este ser insatisfecho anhela ardientemente la satisfacción en muchas dimensiones.
Cuando digo que «si puedes amar, nada es necesario», no quiero decir que entonces el amor es suficiente.
Quiero decir que una vez que amas profundamente, el amor se vuelve una puerta: igual que cualquier meditación. ¿Qué va a hacer la meditación? Estas tres cosas: creará satisfacción; te permitirá permanecer en el presente, te ayudará a permanecer en el presente; y destruirá tu ego.
Estas tres cosas van a hacer la meditación: sin ningún método. Así que puedes decirlo de esta manera: el amor es el método natural.
Si uno se ha perdido el método natural, entonces habrá que proveer otros métodos, artificiales.
Pero uno puede sentir que está enamorado; entonces estas tres cosas serán los criterios para quien lo sienta.
Pensará que éstas deberían ser las piedras de toque, las medidas, y observará si estas tres cosas están sucediendo.
Si no están sucediendo, entonces su sensación puede ser muchas otras cosas, pero no amor.
Y la sensación de amor es un gran fenómeno; puede ser muchas cosas. Puede ser lascivia, puede ser simple sexo, puede ser tan sólo una tendencia posesiva. Puede ser simplemente una ocupación porque no puedes estar solo, y necesitas a alguien porque tienes miedo y necesitas seguridad.
La presencia del otro te ayuda a sentirte seguro.
O puede que sea simplemente una relación sexual.
La energía necesita salidas. La energía se va acumulando y llega a volverse una carga. Tienes que soltarla y sacarla.
Así que puede que tu amor sea sólo una suelta de energía.
El amor puede ser muchas cosas, y el amor es muchas cosas. Para mí, el amor es meditación.
Así que prueba esto: con tu amado, estate en meditación. Siempre que tu amado o amada esté presente, estate en profunda meditación.
Haz de esta presencia del otro un estado meditativo. Normalmente, hacemos exactamente lo contrario.
Cuando los amantes están juntos, están peleándose.
Cuando están separados, entonces piensan el uno en el otro, y cuando están juntos están luchando.
Cuando están separados de nuevo, vuelven a pensar el uno en el otro. Cuando se juntan, comienza de nuevo la lucha.
¡Esto no es amor! Así es que sugeriré algunas claves.
Haz de la presencia de tu amado o amante un estado meditativo. Guarda silencio.
Permanece íntimo, pero en silencio. Usa la presencia del otro para dejar la mente; no pienses. Si estás pensando mientras tu amante está contigo, entonces no estás con tu amante. ¿Cómo vas a estar? Estáis ahí los dos, pero muy lejos el uno del otro. Tú estás pensando tus pensamientos, tu amante está pensando sus pensamientos. Sólo parece que estás cerca, pero no lo estáis, porque cuando dos mentes están pensando, son polos aparte.
El amor auténtico significa cesación del pensamiento.
En presencia de tu amado o amante, deja de pensar completamente; sólo entonces estáis cerca.
Entonces, de pronto sois uno, entonces los cuerpos no pueden separaros. Entonces, en lo más hondo del cuerpo, alguien ha roto la barrera. El silencio rompe la barrera: eso es lo primero. Haz de tu relación un fenómeno sagrado.
Cuando estás realmente enamorado, el objeto de tu amor se vuelve divino. Si no lo es, entonces ten muy claro que no es una relación de amor; es imposible.
Una relación de amor no es una relación profana.
Pero ¿has sentido alguna vez veneración por tu amado?
Puede que hayas sentido muchas otras cosas, pero nunca veneración. Parece inconcebible, pero India ha probado muchísimas maneras… Por eso India ha venido insistiendo en que este amor entre hombre y mujer debería ser un fenómeno sagrado, no una relación mundana.
El amado, la amada, se vuelven divinos.
No puedes considerarlos de ninguna otra forma.
Me pregunto: ¿has sentido alguna vez veneración por tu esposa? El asunto mismo parece irrelevante: ¿veneración por una esposa? Está fuera de consideración.
Puedes sentir condena, puedes sentir de todo, pero nunca veneración. La relación es simplemente mundana; os estáis usando mutuamente. Puede que la esposa diga que respeta a su marido, pero no he visto ni una sola esposa que respete realmente.
Tradicionalmente, porque ha sido una convención respetar al marido, la esposa sigue diciendo que respeta, y así ni siquiera pronunciará su nombre.
No debido al respeto, porque ella puede decir cualquier cosa, pero no dirá su nombre simplemente por la tradición.
La veneración es lo segundo.
En presencia de tu amada o amado, siente veneración.
Si no puedes ver lo divino en tu amada o amado, no puedes verlo en ninguna otra parte. ¿Cómo vas a verlo en un árbol, con el que no existe ninguna relación? Si no prevalece ninguna intimidad profunda, ¿cómo vas a poder verlo en una roca o un árbol? No están relacionados. Si no puedes verlo en la persona a la que amas, si no se siente a Dios ahí, no se le puede sentir en ninguna otra parte. Si lo puedes sentir ahí, tarde o temprano lo sentirás en todas partes, porque una vez que la puerta se abre, una vez que tienes un vislumbre de lo divino en cualquier persona, no puedes olvidar ese vislumbre. Y debido a eso, todo se vuelve una puerta.
Por eso digo que el amor mismo es una meditación.
Así que no pienses en antítesis, en si amar o meditar. Eso no es lo que quise decir. No intentes elegir entre amar y meditar.
Ama meditativamente, o medita amorosamente.
No crees ninguna división. El amor es un fenómeno muy natural, y se puede usar como vehículo. Y el tantra lo ha usado como vehículo: no sólo el amor; el tantra ha usado incluso el sexo como vehículo.
El tantra dice que en un profundo acto sexual puedes meditar más fácilmente que en ningún otro estado de ánimo: porque éste es un éxtasis natural, biológico. Pero todo lo que se conoce del acto sexual se conoce de una manera muy pervertida.
De modo que cuando se dicen tales cosas te sientes incómodo, porque todo lo que has conocido en nombre del sexo no es sexo. Es sólo una sombra, porque la sociedad entera ha cultivado tu mente contra el sexo.
Todo el mundo es en cierta forma reprimido, de manera que el sexo natural es imposible.
Y cada vez que estás en un acto sexual, siempre está presente una profunda sensación de culpa.
Ese sentimiento de culpabilidad se vuelve una barrera, y así se pierde una de las mayores oportunidades.
Podrías haberla usado para entrar hasta lo más hondo de ti mismo. El tantra dice: en el acto sexual, sé meditativo. Considera sagrado todo el fenómeno; no te sientas culpable. Más bien, siéntete bienaventurado de que la naturaleza te haya dado una fuente mediante la cual puedes entrar profundamente en éxtasis inmediatamente.
Y luego, siéntete totalmente libre en el sexo.
No reprimas, no te resistas. Deja que la comunión sexual se apodere de ti. Olvídate de ti mismo, desecha todas tus inhibiciones. Sé absolutamente natural, y sentirás una música profunda en el cuerpo. Cuando dos cuerpos se vuelvan una armonía, te olvidarás completamente de que existes: y, no obstante, existirás. Entonces te olvidarás del «yo»: no habrá «yo», sólo la existencia jugando con la existencia, un ser con otro. Y los dos se harán uno. No habrá pensamientos; el futuro cesará y estarás en el presente en este mismo momento.
Sin ninguna culpabilidad, sin ninguna inhibición, hazlo una meditación, y entonces el sexo es transformado.
Entonces el sexo mismo se vuelve una puerta.
Si el sexo se vuelve una puerta, poco a poco el sexo deja de ser sexual. Y llega un momento en que el sexo se ha ido: sólo ha quedado el perfume. Ese perfume es el amor. Y después, incluso ese perfume desaparece, y entonces lo que queda es el samadhi. El tantra dice que no hay nada que pueda ser considerado enemigo. Toda energía es amigable; sólo hay que saber cómo usarla. Así que no elijas nada.
Transforma tu amor en meditación y transforma tu meditación en amor. Entonces pronto olvidarás la palabra y tendrás lo auténtico, que no es la palabra. La palabra «amor» no es el amor, y la palabra, «meditación» no es la meditación, y la palabra «Dios» no es Dios. Ésas son sólo palabras.
Si puedes penetrar en ti mismo, Dios, la meditación, el amor, todos ellos se hacen uno.
Una pregunta más: ¿Cuáles son las razones de la insensibilidad del hombre, y cómo extirparlas?
Cuando nace un niño, el niño está desvalido.
El bebé humano, particularmente, está totalmente desvalido. Tiene que depender de los demás para estar vivo, para seguir vivo. Esta dependencia es un trato, un intercambio.
El niño tiene que entregar muchas cosas en este trato, y la sensibilidad es una de ellas. El niño es sensible; todo su cuerpo es sensible. Pero está indefenso, no puede ser independiente; tiene que depender de los padres, de la familia, de la sociedad; tendrá que ser dependiente. A causa de esta dependencia y este desvalimiento, los padres, la sociedad, siguen imponiéndole cosas al niño, y él tiene que ceder.
De lo contrario no puede seguir vivo, morirá.
De manera que tiene entregar muchas cosas en este trato.
La primera cosa muy profunda y significativa es la sensibilidad: tiene que dejarla. ¿Por qué? Porque cuanto más sensible es el niño, más está en apuros, más vulnerable es.
Una ligera sensación y empieza a llorar.
Los padres tienen que parar el llanto, y no pueden hacer nada. Pero si el niño sigue sintiendo cada detalle de la sensación, el niño dará mucho la lata. Y los niños dan mucho la lata, de modo que los padres tienen que restringir su sensibilidad.
El niño tiene que aprender resistencia, el niño tiene que aprender control. Y con el tiempo el niño tiene que dividir su mente en dos.
De modo que hay muchas sensaciones que simplemente deja de sentir porque no son «buenas»: le castigan por ellas.
El cuerpo entero del niño es erótico.
Puede disfrutar de sus dedos, puede disfrutar de su cuerpo; todo su cuerpo es erótico. Va explorando su propio cuerpo; es un gran fenómeno para él.
Pero llega el momento en su exploración en que el niño llega a los genitales. Entonces se vuelve un problema, porque el padre y la madre están reprimidos. En el momento en que el niño o la niña se toca los genitales, los padres se turban. Esto hay que observarlo con detenimiento. Su conducta cambia de repente, y el niño lo nota. Algo malo ha sucedido.
Empiezan a gritar: «iNo toques!» El niño empieza a sentir que hay algo de malo en los genitales, que tiene que reprimir.
Y los genitales son la parte más sensible de tu cuerpo: la parte más sensible, más viva de tu cuerpo, la más delicada.
Una vez que no se permite que se toquen y que se disfruten los genitales se ha matado la fuente misma de la sensibilidad. Entonces el niño se volverá insensible.
Cuanto más crezca, más insensible será.
De modo que primero hay un trato, un intercambio: necesario, pero nocivo. Y en el momento en que empiezas a comprender, tienes que desechar este trato y recuperar tu sensibilidad.
La segunda razón de este trato obedece a la seguridad.
Estuve con un amigo durante muchos años; vivía en su bungalow. Desde el primer día observé que no miraba a sus sirvientes. Era rico, pero nunca miraba a sus sirvientes, nunca miraba a sus hijos. Entraba corriendo en el bungalow, e iba corriendo del bungalow a su coche. Así que le pregunté: «¿Qué pasa?» Él dijo: «Si miras a tus sirvientes, empiezan a sentirse amigables, y entonces empiezan a preguntar por el dinero y esto y lo otro. Si hablas con tus hijos, entonces no eres el amo, no puedes controlarlos.»
Así que creó un caparazón de insensibilidad en torno a sí mismo. Tenía miedo de que si hablaba con un sirviente, si notaba que el sirviente estaba enfermo, si sentía simpatía, tendría que prestar dinero o ayuda.
Todo el mundo aprende tarde o temprano que ser sensible es ser vulnerable a muchas cosas. Te aprietas la cintura, creas una barrera en torno a ti que es una defensa: una medida de seguridad. Entonces puedes ir por las calles…, hay mendigos pidiendo y hay barrios bajos sucios, feos, pero tú no sientes nada, no ves realmente. En esta fea sociedad uno tiene que crear una barrera en torno a sí mismo, un muro -un muro sutil, transparente- tras el que poder ocultarse.
De lo contrario, uno es vulnerable, y resultará difícil vivir.
Por eso se afianza la insensibilidad.
Te ayuda a estar en este mundo feo sin estar perturbado, pero hay un precio: y el precio es muy elevado. Estás a gusto en este mundo sin estar perturbado, pero entonces no puedes entrar en lo divino, en lo total, en la totalidad. No puedes entrar en el otro mundo. Si para este mundo la insensibilidad es buena y para ese mundo la sensibilidad es buena, eso crea el problema.
Si de verdad estás interesado en entrar en ese mundo, tendrás que crear sensibilidad, tendrás que tirar todos estos muros, estas seguridades. Por supuesto, te volverás vulnerable. Tendrás mucho sufrimiento, pero ese sufrimiento no es nada comparado con la dicha que puedes alcanzar mediante la sensibilidad. Cuanto más sensible te vuelvas, más compasión sentirás. Pero sufrirás, porque por todas partes a tu alrededor hay infierno. Estás cerrado: por eso no lo puedes sentir.
Una vez que te abras, estarás abierto a ambos: al infierno de este mundo y al cielo de ese mundo. Estarás abierto a ambos.
Y es imposible seguir cerrado en un punto y abierto en otro, porque, en realidad, o estás cerrado o estás abierto.
Si estás cerrado, estás cerrado a ambos.
Si estás abierto, estarás abierto a ambos. Así que recuerda esto: un buda está lleno de dicha, pero también lleno de sufrimiento. Ese sufrimiento no es el suyo propio, es por los demás.
Él está en una dicha profunda, pero sufre por los demás.
Y los budistas Mahayana dicen que cuando Buda llegó a la puerta del nirvana, el portero abrió la puerta -esto es un mito, y es muy bello-, el portero abrió la puerta, pero Buda se negó a entrar. El portero dijo: «¿Por qué no entras? Te hemos estado esperando durante milenios. Todos los días llega la noticia de que “¡Viene Buda, viene Buda!”.
Todo el cielo te está esperando. ¡Entra! ¡Eres bienvenido!» Buda dijo: «No puedo entrar a no ser que todos los demás hayan entrado antes que yo. ¡Esperaré! A no ser que todos y cada uno de los seres humanos hayan entrado, el cielo no es para mí.» Buda sufre por los demás. En cuanto a él mismo, ahora está en una profunda dicha. ¿Ves el paralelo? Tú estás en un profundo sufrimiento, y te sigue pareciendo que todos los demás están disfrutando la vida. A Buda le sucede todo lo contrario. Ahora él está en una profunda dicha, y sabe que todos los demás están sufriendo. Estos métodos son los métodos para extirpar esta insensibilidad. Hablaremos más de cómo extirparla. Suficiente.
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