miércoles, 22 de febrero de 2017

El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO XI PRIMER ESCRITO


El Libro de los Secretos 2 
Capítulo 11 
Técnicas para Penetrar en lo Interno Los Sutras 
15 Cerrando las siete aberturas de la cabeza con las manos, un espacio entre los ojos llega a incluirlo todo. 

Bienaventurada, conforme los sentidos son absorbidos en el corazón, alcanza el centro del loto. 
Desatendiendo la mente, mantente en el medio: hasta que. 
El hombre es como si fuera un círculo sin centro. Su vida es superficial; su vida se da sólo en la circunferencia. 
Vives fuera, nunca vives dentro. No puedes, a menos que se encuentre un centro. No puedes vivir dentro; en realidad no tienes ningún «dentro». 
Estás sin un centro, sólo tienes el exterior. 
Por eso seguimos hablando sobre lo interno, sobre cómo entrar, cómo conocerse a uno mismo, como penetrar hacia dentro, pero estas palabras no conllevan ningún significado auténtico. Conoces el significado de las palabras, pero no puedes sentir lo que significan porque nunca estás dentro. 
Nunca has estado dentro. Incluso cuando estás solo, en tu mente estás en una multitud. 
Cuando no hay nadie fuera, ni siquiera entonces estás tú dentro. Continúas pensando en los demás; continúas yendo hacia fuera. Incluso cuando duermes estás soñando con los demás; no estás dentro. Sólo cuando duermes muy profundamente, cuando no hay sueños, estás dentro, pero entonces te vuelves inconsciente. Recuerda este hecho: cuando estás consciente nunca estás dentro, y cuando estás dentro al dormir profundamente te vuelves inconsciente. De manera que toda tu consciencia consta del exterior. Y siempre que hablamos de ir dentro, se comprenden las palabras pero no el significado: porque el significado no lo llevan las palabras, el significado llega con la experiencia. Las palabras no tienen significado. Cuando digo «dentro», tú comprendes la palabra; pero sólo la palabra, no el significado. 

No sabes lo que es dentro, porque nunca has estado dentro conscientemente. 
Tu mente está yendo hacia fuera constantemente. 
No tienes ninguna percepción de lo que significa lo interno o de lo que es. A eso me refiero cuando digo que eres un círculo sin centro: tan sólo una circunferencia. 
El centro está ahí, pero sólo caes en él cuando no estás consciente. 
De lo contrario, cuando estás consciente vas hacia fuera, y a causa de esto tu vida nunca es intensa; no puede serlo. 
Es sólo tibia. Estás vivo como si estuvieras muerto, o ambas cosas a la vez. Estás vivo mortalmente: viviendo una vida exánime. Estás existiendo al mínimo: no al punto máximo, sino al mínimo. Puedes decir: «Existo», eso es todo. 
No estás muerto; eso es lo que significa para ti estar vivo. 
Pero la vida nunca puede conocerse en la circunferencia; sólo puede conocerse en el centro. 
En la circunferencia sólo es posible la vida tibia. 
Así que, en realidad, vives una vida muy falsa, y entonces incluso la muerte se vuelve falsa: porque quien no ha vivido realmente no puede morir realmente. Sólo la vida auténtica se puede volver muerte auténtica. 
Entonces la muerte es bella: cualquier cosa auténtica es bella. Incluso la vida, si es falsa, está abocada a ser fea. 
Y tu vida es fea, podrida. No sucede nada. 
Simplemente sigues esperando, confiando en que algo sucederá en alguna parte, algún día. 
En este mismo momento sólo hay vacío, y cada momento ha sido así en el pasado: vacío. Estás simplemente esperando el futuro, confiando en que algo sucederá algún día, simplemente esperando. Entonces se pierde cada momento. 
No ha sucedido en el pasado, así que tampoco va a suceder en el futuro. Sólo puede suceder en este momento, pero entonces necesitarás intensidad, una intensidad penetrante. 
Entonces necesitarás estar arraigado en el centro, entonces la periferia no bastará. 
Entonces tendrás que encontrar tu momento. 
En realidad; nunca pensamos en lo que somos; todo lo que pensamos son falsedades. 
Una vez viví con un profesor en el campus de una universidad. Un día llegó muy alterado, así que le pregunté: «¿Qué pasa?» Él dijo: «Me siento con fiebre.» Yo estaba leyendo algo, así que le dije: «Vete a dormir. Coge esta manta y descansa.» Sé fue a la cama, pero tras unos pocos minutos dijo: «No, no tengo fiebre. En realidad, estoy enfadado. Alguien me ha insultado, y siento mucha violencia contra él.» Así que le dije: «¿Por qué dijiste que tienes fiebre?» . 
Él dijo: «No podía admitir el hecho de que estaba enfadado, pero en realidad estoy enfadado. No tengo fiebre.» Se quitó la manta de encima. Entonces le dije: «Muy bien, si estás enfadado, coge esta almohada. Golpéala y sé violento con ella. 
Deja que se libere tu violencia. 
Y si la almohada no es suficiente, yo estoy disponible. 
Puedes pegarme, y deja que salga esa ira.» 
Se rió, pero la risa era falsa: estaba tan sólo pintada en su rostro. Llegó a su rostro y luego desapareció, nunca profundizó. 
Nunca vino de dentro; era sólo una sonrisa pintada. 
Pero la risa, incluso la risa falsa, creó un hueco. 
Dijo: «No, en realidad… no estoy enfadado. 
Alguien ha dicho algo en presencia de otros, y me sentí muy avergonzado. En realidad; esto es lo que pasa.» Así que le dije: !«Has cambiado la aseveración sobre tus propios sentimientos tres veces en media hora. Dijiste que te sentías con fiebre, luego dijiste que estabas enfadado, y ahora dices que no estás enfadado sino sólo avergonzado. ¿Cuál es real?» . 
Él dijo: «En realidad, me siento avergonzado.» 
Le dije: «¿Cuál? Cuando dijiste que te sentías con fiebre, también estabas seguro de eso. 
Cuando dijiste que estabas enfadado, también estabas seguro de eso. Y también estás seguro de esto. ¿Eres una persona o muchas personas? ¿Cuánto tiempo va a durar esta certeza?» 
Así que el hombre dijo: «En realidad, no sé lo que estoy sintiendo. No sé lo que es. Estoy simplemente alterado. 
No sé si llamarlo ira o vergüenza o qué. 
Y éste no es el momento de discutirlo conmigo». Dijo: «Déjame en paz. Has hecho filosófica mi situación. 
Estás debatiendo qué es real, qué es auténtico, y yo me siento muy alterado.» Esto no es sólo así con alguna otra persona -X, Y o Z-; lo es también contigo. 
Nunca estás seguro, porque la certeza llega de estar centrado. 
Ni siquiera estás seguro acerca de ti mismo. 
Es imposible estar seguro acerca de los demás cuando nunca estás seguro acerca de ti mismo. 
Sólo hay vaguedad, nebulosidad; nada es certero. 
Había alguien aquí hace sólo unos pocos días, y me dijo: «Estoy enamorado de alguien, y quiero casarme con ella.» 
Le miré profundamente a los ojos durante unos minutos sin decir nada. Se inquietó y dijo: «¿Por qué me estás mirando? Me siento tan azorado.» Seguí mirando. 
Él dijo: «¿Crees que mi amor es falso?» No dije nada, sólo continué mirando. Él dijo: «¿Por qué crees que este matrimonio no va a ser bueno?» Dijo por su cuenta: «En realidad no lo había pensado bien, y por eso he venido a verte. 
En realidad, no sé si estoy enamorado o no.» Yo no había dicho una sola palabra. Sólo le estaba mirando a los ojos. 
Pero se inquietó, y lo que estaba dentro empezó a salir, a subir burbujeando. 
No estás seguro, no puedes estar seguro de nada; ni sobre tu amor, ni sobre tu odio, ni sobre tus amistades. No hay nada de lo que puedas estar seguro porque no tienes centro. 
Sin centro no hay certeza. Todas tus sensaciones de certeza son falsas y momentáneas. En un momento te parecerá que estás seguro, pero al momento siguiente la certeza se habrá ido, porque a todo momento tienes un centro distinto. 
No tienes un centro permanente, un centro cristalizado. 
Cada momento es un centro atómico, de manera que cada momento tiene su propio yo. 
George Gurdjieff solía decir que el hombre es una multitud. 
La personalidad es un engaño, porque no eres una persona, sino muchas personas. De modo que cuando una persona habla en ti, es un centro momentáneo. Al momento siguiente hay otro. 
Con cada momento, con cada situación atómica, te sientes seguro, y nunca caes en la cuenta de que eres sólo un flujo, un cambio continuo: muchas olas sin ningún centro. 
Entonces, al final notarás que la vida ha sido únicamente un desperdicio. Está abocada a serlo. Sólo hay un desperdicio, sólo un vagabundeo: sin propósito, sin significado. 
El tantra, el yoga, la religión…; su interés básico es cómo descubrir antes el centro, cómo ser antes un individuo. 
Se ocupan de cómo encontrar el centro que persiste en toda situación. Entonces, a medida que la vida sigue cambiando en el exterior, conforme el flujo de la vida sigue y sigue, mientras las olas vienen y van, el centro persiste dentro. 
Entonces permaneces uno: enraizado, centrado. 
Estos sutras son técnicas para encontrar el centro. 
El centro ya está ahí, porque no existe ninguna posibilidad de ser un círculo sin centro. El círculo sólo puede existir con un centro, así que el centro está simplemente olvidado. 
Está ahí, pero no somos conscientes. Está ahí, pero no sabemos cómo mirarlo. No sabemos cómo enfocar la consciencia en él. Cierra todos los orificios de la cabeza. 
Tercera técnica para centrarse: Cerrando las siete aberturas de la cabeza con las manos, el espacio entre los ojos llega a incluirlo todo. Ésta es una de las técnicas más antiguas; muy utilizada y, además, una de las más sencillas. Cierra todas las aberturas de la cabeza: los ojos, los oídos, la nariz, la boca. 
Cuando todas las aberturas de la cabeza están cerradas, tu consciencia, que está continuamente fluyendo hacia fuera, es detenida de pronto; no puede ir hacia fuera. 
Puede que no lo hayas observado, pero incluso si dejas de respirar un momento, de pronto tu mente se parará: porque con la respiración la mente sigue adelante. 
Eso es un condicionamiento de la mente. 
Debes comprender lo que significa «condicionamiento»; sólo entonces te resultará fácil comprender este sutra. 
Pavlov, uno de los más famosos psicólogos rusos, ha creado este término, «condicionamiento»-o «reflejo condicionado»-, una palabra común y corriente usada por todo el mundo. 
Cualquiera que esté al corriente de la psicología, aunque sea un poco, conoce la palabra. 
Dos procesos de pensamiento -dos procesos cualesquiera- se pueden llegar a asociar tanto que si empiezas con uno, el otro también es activado. Éste es el famoso ejemplo pavloniano. Pavlov trabajó con un perro. Descubrió que si pones comida para perros ante un perro, comienza a producir saliva. 
El perro saca la lengua y comienza a prepararse para comer. 
Esto es natural. Cuando ve comida, o incluso imagina comida, la saliva empieza a fluir. Pero Pavlov condicionó este proceso con otro. Siempre que la saliva empezaba a fluir y había comida, hacía otras cosas. Por ejemplo, tocaba un timbre, y el perro oía sonar el timbre. Durante quince días, siempre que ponían la comida, el timbre sonaba. 
Entonces, el día decimosexto no se puso comida ante el perro; sólo se hizo sonar el timbre. Pero, aun así, el perro empezó a salivar y sacó la lengua, como si hubiera comida. 
Pero no había comida; sólo el timbre sonando. 
No existe ninguna asociación natural entre el timbre sonando y la saliva; la asociación natural es con la comida. 
Pero ahora el sonido continuo del timbre había quedado asociado con ella, e incluso el sonido del timbre comenzaba el proceso. Según Pavlov -y tiene razón-, toda nuestra vida es un proceso condicionado. La mente es un condicionamiento. 
Así que si paras algo en el condicionamiento, todas las demás cosas asociadas también se paran. 
Por ejemplo, nunca has pensado sin respirar. 
Pensar siempre ha pasado con la respiración. 
No eres consciente de la respiración, pero la respiración está sucediendo continuamente, día y noche. Todo pensamiento, todo proceso de pensamiento está asociado con la respiración. 
Si dejas de respirar de repente, el pensamiento también se detendrá. Y si los siete agujeros -las siete aberturas de la cabeza- son cerrados, tu consciencia de pronto no podrá salir. 
Permanece dentro, y esa permanencia dentro crea un espacio entre tus ojos. Ese espacio es conocido como el tercer ojo. 
Si todos los orificios de la cabeza están cerrados, no puedes ir hacia fuera, porque siempre has ido hacia fuera por esas aberturas. 
Permaneces dentro, y con tu consciencia permaneciendo dentro se concentra entre estos dos ojos, entre estos dos ojos corrientes. Permanece dentro entre estos dos ojos, enfocada. 
Ese punto es conocido como el tercer ojo. 
Este espacio llega a incluirlo todo. 
Este sutra dice que en ese espacio todo está incluido, toda la existencia está incluida. Si puedes percibir ese espacio, lo has percibido todo. 
Una vez que puedes sentir dentro este espacio entre los dos ojos, has conocido la existencia, la totalidad de ella, porque este espacio interno lo incluye todo. Nada queda fuera de él. 
Los Upanishads dicen: «Conociendo el uno, uno lo conoce todo.» Estos dos ojos sólo pueden ver lo finito. 
El tercer ojo ve lo infinito. 
Estos dos ojos sólo pueden ver lo material. 
El tercer ojo ve lo inmaterial, lo espiritual. 
Con estos dos ojos nunca puedes sentir la energía, nunca puedes ver la energía; sólo puedes ver la materia. 
Pero con el tercer ojo, la energía es vista como tal. 
Este cierre de los orificios es una manera de centrarse, porque una vez que el caudal de la consciencia no puede fluir hacia fuera, permanece en su fuente. Esa fuente de la consciencia es el tercer ojo. 
Si estás centrado en el tercer ojo, pueden suceder muchas cosas. La primera es descubrir que el mundo entero está en ti. 
Swami Ramateertha solía decir: «El Sol se mueve en mí, las estrellas se mueven en mí, la Luna crece en mí. 
Todo el universo está en mí.» Cuando dijo esto por primera vez, sus discípulos pensaron que se había vuelto loco. ¿Cómo van a estar las estrellas en Ramateertha? 
Estaba hablando del tercer ojo, el espacio interno. 
Cuando el espacio interno se ilumina por vez primera, ésa es la sensación. Cuando ves que todo está en ti, te conviertes en el universo. El tercer ojo no forma parte de tu cuerpo físico. 
El espacio entre nuestros dos ojos no es un espacio confinado en el cuerpo. Es el espacio infinito que ha penetrado en ti. 
Una vez que conozcas este espacio, nunca volverás a ser la misma persona. En el momento en que conoces este espacio interno, has conocido lo inmortal. Entonces no hay muerte. 
Cuando conozcas este espacio por ver primera, tu vida será auténtica, intensa, realmente viva por primera vez. 
Ahora no es necesaria ninguna certeza, ahora no es posible ningún miedo. Ahora no se te puede matar. Ahora no se te puede quitar nada. Ahora todo el universo te pertenece: eres el universo. Los que han conocido este espacio interno, han gritado en éxtasis: «¡Aham Brahmasmi.’ Soy el universo, soy la existencia.» El místico sufí Mansoor fue asesinado sólo a causa de esta experiencia del tercer ojo. 
Cuando tomó consciencia por vez primera de su espacio interno, empezó a gritar: «¡Soy Dios!» En India le habrían venerado, porque India ha conocido a muchísimas personas que han llegado a conocer este espacio interno del tercer ojo. 
Pero en un país mahometano era difícil. Y la afirmación de Mansoor «Soy Dios -¡Ana’l haq!»- fue considerada como algo antirreligioso, porque el mahometismo no puede concebir que el hombre y Dios se puedan hacer uno. 
El hombre es el hombre -el creado- y Dios es el creador, así que ¿cómo va el creado a volverse el creador? De manera que esta afirmación de Mansoor: «Soy Dios,» no podía ser comprendida; así pues, fue asesinado. 
Pero cuando lo estaban asesinando, matando, él se reía. 
Así que alguien le preguntó: «¿Por qué te estás riendo, Mansoor?» Se cuenta que Mansoor dijo: «Me río porque no me estáis matando, y no podéis matarme. Estáis siendo engañados por este cuerpo, pero yo no soy este cuerpo. Soy el creador de este universo, y fue mi dedo el que movió todo este universo al principio.» 
En India habría sido comprendido fácilmente. 
Ese lenguaje ha sido conocido durante siglos y siglos. 
Hemos sabido que llega un momento en que se conoce el espacio interno. Entonces uno simplemente se vuelve loco. 
Y esta percepción es tan certera que incluso si matas a un Mansoor, él no cambiará su afirmación: porque, en realidad, no puedes matarlo en lo que a él respecta. 
Ahora se ha convertido en la totalidad. 
No hay ninguna posibilidad de destruirlo. 
Tras Mansoor, los sufistas aprendieron que conviene guardar silencio. De modo que en la tradición sufí, tras Mansoor, se ha enseñado consistentemente a los discípulos: «Cuando llegues al tercer ojo, permanece en silencio y no digas nada. 
Cuando suceda esto, guarda silencio. 
No digas nada, o formalmente continúa diciendo cosas que cree la gente.» De modo que el mahometismo ahora tiene dos tradiciones. Una es la corriente, la externa, la exotérica; otra, el verdadero mahometismo, es el sufismo: la esotérica. 
Pero los sufistas permanecen en silencio, porque desde Mansoor han aprendido que hablar en ese lenguaje que llega cuando se abre el tercer ojo es meterse en problemas innecesariamente: y no ayuda a nadie. 
Este sutra dice: Cerrando las siete aberturas de la cabeza con las manos, un espacio entre los ojos llega a incluirlo todo. 
Tu espacio interno se convierte en todo el espacio. 
 Absorbe los sentidos en el corazón Cuarta técnica para centrarse: 
Bienaventurada, conforme los sentidos son absorbidos en el corazón, alcanza el centro del loto. 
Toda técnica es útil para un cierto tipo de mente. 
La técnica que hemos estado tratando, la tercera -cerrar las aberturas de la cabeza-, puede ser usada por muchas personas. Es muy sencilla y no es muy peligrosa. 
Puedes usarla muy fácilmente, y no hay necesidad de cerrar los orificios con las manos. Lo necesario es cerrar, así que puedes usar tapones para los oídos y una máscara para los ojos. 
Lo que importa es cerrar los orificios de la cabeza completamente durante algunos momentos: unos pocos momentos o unos pocos segundos. Pruébalo. 
No lo practiques: sólo es útil súbitamente. Cuando es repentino, es útil. Cuando estés tumbado en la cama, de pronto cierra todos tus orificios durante unos pocos segundos, y ve lo que está sucediendo dentro. 
Cuando te sientas sofocado, sigue; a menos que se vuelva absolutamente inaguantable, porque la respiración estará cerrada. 
Sigue, a menos que se vuelva absolutamente insoportable. 
Y cuando sea absolutamente inaguantable, no podrás seguir cerrando los orificios, así que no es necesario preocuparse. 
La fuerza interna abrirá de golpe todos los orificios. 
Por lo que a ti respecta, continúa. 
Cuando llegue la asfixia, ése es el momento: porque la asfixia romperá las viejas asociaciones. 
Si puedes continuar durante unos pocos momentos más, estará bien. Será difícil y arduo, y te parecerá que te vas a morir; pero no tengas miedo, porque no puedes morir. 
No puedes morir tan sólo por cerrar los orificios. 
Pero cuando sientas que ahora te vas a morir, ése es el momento. Si puedes persistir en ese momento, de pronto todo será iluminado. 
Sentirás el espacio interno que sigue expandiéndose, y todo está incluido en él. Entonces abre tus orificios. 
Sigue probándolo una y otra vez. Siempre que tengas tiempo, pruébala. 
Pero no lo practiques. 
Puedes practicar parar la respiración durante unos momentos. Pero la práctica no será útil; es necesaria una sacudida repentina. En esa sacudida, el flujo dentro de tus viejos canales de consciencia se para, y algo nuevo se hace posible. 
Muchos practican esto incluso hoy en día; muchas personas por todo India. Pero lo practican, y es un método súbito. 
Si lo practicas, no sucederá nada. 
Si te echo de esta habitación de repente, tus pensamientos se detendrán. 
Pero si lo practicamos a diario, entonces no sucederá nada. 
Se convertirá en un hábito mecánico. 
Así que no lo practiques. 
Simplemente inténtalo siempre que puedas. 
Entonces, de repente, a la larga, tomarás conciencia de un espacio interno. Ese espacio interno sólo llega a tu consciencia cuando estás a punto de morir. Cuando estás sintiendo: «Ya no puedo continuar ni un solo momento, la muerte está cerca», ése es el momento idóneo. ¡Persiste! No tengas miedo. 
La muerte no es tan fácil. Al menos hasta ahora ni una sola persona ha muerto usando este método. Hay mecanismos de seguridad inherentes; es por eso por lo que no puedes morir. Antes de la muerte uno se vuelve inconsciente. Si estás consciente y sintiendo que te vas a morir, no tengas miedo. Todavía estás consciente, así que no te puedes morir. 
Y si pierdes el conocimiento, entonces empezarás a respirar. Entonces no puedes impedirlo. Así que puedes usar tapones para los oídos, etc. Las manos no son necesarias. Las manos sólo se usaban porque si estás perdiendo el sentido, las manos se aflojarán y el proceso vital se reanudará por sí sólo. 
Puedes usar tapones para los oídos, una máscara para los ojos, pero no uses tapones para la nariz o para la boca, porque puede llegar a ser letal. Al menos la nariz debería permanecer abierta. Ciérrala con las manos. Entonces, cuando estés realmente perdiendo el sentido, las manos se aflojarán y la respiración entrará. De modo que hay un mecanismo de seguridad inherente. Este método puede ser utilizado por muchas personas. 
El cuarto método es para los que tienen un corazón muy desarrollado, los que son amorosos, de carácter sensible, emocional. 
Bienaventurada, conforme los sentidos son absorbidos en el corazón, alcanza el centro del loto. Este método sólo puede ser usado por las personas orientadas al corazón. 
Por lo tanto, primero comprende qué es una persona orientada al corazón. Entonces podrás comprender este método. 
Con alguien que está orientado al corazón, todo lleva al corazón, todo. Si le amas, su corazón sentirá tu amor, no su cabeza. 
Una persona orientada a la cabeza, incluso cuando es amada, lo siente cerebralmente, en la cabeza. Ese tipo de persona piensa en ello, planifica en torno a ello. Incluso su amor es un esfuerzo deliberado de la mente. 
Una persona del tipo sensible vive sin razonamiento. 
Por supuesto, el corazón tiene sus propias razones, pero vive sin razonamiento. Si alguien te pregunta: «¿Por qué amas?», si puedes responder por qué, entonces eres una persona orientada a la cabeza. 
Y si dices: «No lo sé, simplemente amo», eres una persona orientada al corazón. Incluso si dices que alguien es bello y que es por eso por lo que amas, eso es una razón. 
Para una persona orientada al corazón, alguien es bello porque lo ama. La persona orientada a la cabeza ama a alguien porque ese alguien es bello o bella. 
La razón es lo primero, y luego viene el amor. 
Para la persona orientada al corazón, primero viene el amor y luego todo lo demás. La persona de tipo sensible está centrada en el corazón, de manera que todo lo que sucede toca su corazón. Obsérvate a ti mismo. 
En tu vida están sucediendo muchas cosas a cada momento. ¿Dónde te tocan? Estás pasando y un mendigo cruza la calle. ¿Dónde eres afectado por el mendigo? ¿Empiezas a pensar en las condiciones económicas? ¿Empiezas a pensar en cómo la ley debería impedir la mendicidad, o en cómo se debería crear una sociedad socialista para que no haya mendigos? 
Éste es un hombre orientado a la cabeza. 
Este mendigo se convierte tan sólo en un dato para él. 
Su corazón no está afectado, sólo su cabeza está afectada. 
No va a hacer nada por este mendigo aquí y ahora, ¡no! Hará algo por el comunismo, hará algo por el futuro, por alguna utopía. Incluso puede que dedique toda su vida, pero no puede hacer nada ahora mismo. 
La mente siempre está haciendo en el futuro; el corazón siempre está aquí y ahora. Una persona orientada al corazón hará algo ahora por este mendigo. 
Este mendigo es un individuo, no un dato. 
Pero para un hombre orientado a la cabeza, este mendigo es sólo una figura matemática. Para él, el problema es cómo se debería detener la mendicidad, no que habría que ayudar a este mendigo: eso es irrelevante. Así que obsérvate a ti mismo. 
En muchas situaciones, observa cómo actúas. ¿Estás involucrado con el corazón, o estás involucrado con la cabeza? Si adviertes que eres una persona orientada al corazón, entonces este método te resultará muy beneficioso. Pero ten muy claro que todo el mundo está tratando de engañarse a sí mismo para creer que está orientado al corazón. Todo el mundo intenta sentir que es una persona muy amorosa, sensible: porque el amor es una necesidad tan básica que nadie se puede sentir a gusto si ve que no tiene amor, que no tiene un corazón amoroso. 
Así es que todo el mundo sigue pensando y creyendo esto, pero la creencia no servirá. Observa muy imparcialmente, como si estuvieras observando a otra persona, y luego decide: porque no hay necesidad de que te engañes a ti mismo, y no servirá para nada. Incluso si te engañas a ti mismo, no puedes engañar a la técnica, así que cuando hagas esta técnica notarás que no está pasando nada. La gente viene a mí, y yo les pregunto a qué tipo pertenecen. No lo saben realmente. Nunca han pensado en ello: en qué tipo de persona son. 
Sólo tienen concepciones vagas sobre sí mismos, y esas concepciones en realidad son sólo imaginaciones. 
Tienen ciertos ideales y auto imágenes, y creen -o más bien, desean- que son esas imágenes. 
No lo son, y a menudo sucede que resultan ser justo lo contrario. Hay una razón para ello. Una persona que insiste en que es una persona orientada al corazón puede que sólo esté insistiendo porque siente la ausencia de corazón, y tiene miedo. 
No puede tomar conciencia de que no tiene corazón. iObserva el mundo! Si todos tienen razón sobre su corazón, entonces este mundo no puede ser tan despiadado. Este mundo es nuestra suma total, así que algo anda mal en alguna parte. 
No hay corazón. 
En realidad, nunca lo adiestraron para que lo hubiera. La mente es adiestrada, así es que ahí está. Hay escuelas, colegios, universidades para adiestrar la mente, pero no hay ningún lugar para adiestrar el corazón. Y el adiestramiento de la mente resulta provechoso, pero el adiestramiento del corazón es peligroso. 
Si tu corazón está adiestrado, te volverás absolutamente inadecuado para este mundo, porque el mundo entero funciona mediante la razón. 
Si tu corazón está adiestrado, serás simplemente absurdo en el contexto de la pauta general. Cuando el mundo entero vaya a la derecha, tú estarás yendo a la izquierda. Sentirás dificultades en todas  partes. 
En realidad, cuanto más civilizado se vuelve el hombre, menos y menos es adiestrado el corazón. Nos hemos olvidado realmente de él: de que existe, o de que hay necesidad de adiestrarlo. 
Es por eso por lo que métodos semejantes, que pueden funcionar muy fácilmente, nunca funcionan. La mayoría de las religiones se basan en técnicas orientadas al corazón: el cristianismo, el mahometismo, el hinduismo y muchas otras. 
Se basan en la persona orientada al corazón. 
Cuanto más antigua es una religión, más se basa en las personas orientadas al corazón. En realidad, cuando se escribieron los Vedas y se estaba gestando el hinduismo, había gente orientada al corazón. Y era realmente difícil encontrar una persona orientada a la mente entonces. Pero ahora lo contrario es un problema. 
No puedes orar, porque la oración es una técnica orientada al corazón. Es por eso que incluso en Occidente, donde el cristianismo -que es una religión de oración prevalece, la oración se ha vuelto difícil. Especialmente, la Iglesia católica se orienta a la oración. No existe nada semejante a la meditación para el cristianismo, pero ahora incluso en Occidente la gente se está entusiasmando por la meditación. Nadie va a la iglesia -e incluso si alguien va, es sólo una cosa formal, tan sólo religión de los domingos- porque la oración orientada al corazón se ha vuelto absolutamente desconocida para el hombre tal como es en Occidente. 
La meditación es más tendente a la mente, la oración es más tendente al corazón. O podemos decir que la oración es una técnica de meditación para las personas orientadas al corazón. Esta técnica es también para las personas orientadas al corazón: Bienaventurada, conforme los sentidos son absorbidos en el corazón, alcanza el centro del loto. 
Así, que ¿qué hay que hacer en esta técnica? Conforme los sentidos son absorbidos en el corazón… ¡Prueba! Es posible de muchas maneras. 
Tocas a alguien; si eres una persona orientada al corazón, el contacto va inmediatamente a tu corazón, y puedes sentir la cualidad. Si tomas la mano de una persona orientada a la cabeza, la mano estará fría; no simplemente fría, sino que la cualidad misma será fría. En la mano habrá una falta de vida, una cierta falta de vida. Si la persona es orientada al corazón, hay una cierta calidez, su mano se fundirá realmente contigo. 
Sentirás un cierto algo que fluye de su mano a ti, y habrá un encuentro, una comunicación de calidez. Esta calidez viene del corazón. Nunca puede venir de la cabeza, porque la cabeza siempre es fría…, gélida, calculadora. 
El corazón es cálido, no calculador. 
La cabeza siempre piensa en cómo conseguir más; el corazón siempre siente cómo dar más. Esa calidez es simplemente un dar: un dar energía, un dar vibraciones internas, un dar vida. 
Si la persona te abraza realmente, sentirás una fusión profunda con ella. ¡Toca! Cierra los ojos; toca cualquier cosa. 
Toca a tu amada o amante, toca a tu hijo o a tu madre o a tu amigo, o toca un árbol o una flor, o simplemente toca la tierra. Cierra los ojos y siente una comunicación de tu corazón a la tierra, o a tu amada. 
Siente que tu mano es simplemente tu corazón extendido para tocar la tierra. Deja que la sensación del contacto se vincule al corazón. Estás escuchando música. No la escuches desde la cabeza. Olvídate de la cabeza y siente que no tienes cabeza, que no hay cabeza en absoluto. Es bueno tener una foto tuya sin la cabeza en el dormitorio. Concéntrate en ella; estás sin la cabeza; no permitas que entre la cabeza. 
Mientras estés escuchando música, hazlo desde el corazón. 
Siente la música llegando a tu corazón; deja que tu corazón vibre con ella. Deja que tus sentidos se unan al corazón, no a la cabeza. Prueba esto con todos los sentidos, y siente más y más que todos los sentidos van al corazón y se disuelven en él. 
Bienaventurada, conforme los sentidos son absorbidos en el corazón, alcanza el centro del loto. 
El corazón es el loto. Los sentidos no son otra cosa que la apertura del loto, los pétalos del loto. 
Primero trata de vincular tus sentidos al corazón. 
En segundo lugar, piensa siempre que cada sentido va a lo profundo de tu corazón y es absorbido en él. 
Cuando estas dos cosas se afiancen, sólo entonces comenzarán tus sentidos a ayudarte. 
Te conducirán al corazón, y tu corazón se convertirá en un loto. Este loto del corazón te dará un centro. Una vez que conoces el centro del corazón, es muy fácil bajar al centro del ombligo, muy fácil. Este sutra ni siquiera menciona esto: no es necesario. 
Si estás en verdad absorbido en el corazón totalmente, y la razón ha dejado de funcionar, irás hacia abajo. 
Desde el corazón, la puerta se abre hacia el ombligo. 
Sólo desde la cabeza es difícil ir hacia el ombligo. 
O si estás entre los dos, entre el corazón y la cabeza, entonces también es difícil ir al ombligo. Una vez que estás absorbido en el ombligo, de pronto has ido más allá del corazón. 
Has caído en el centro del ombligo, que es el básico: el original. Es por eso por lo que ayuda la oración. Es por eso por lo que Jesús podía decir: «El amor es Dios.» No es exactamente correcto, pero el amor es la puerta. 
Si estás profundamente enamorado; de quien sea, no importa de quien… El amor importa; el objeto del amor no importa. 
Si estás profundamente enamorado de alguien, tan enamorado que no hay relación desde la cabeza, si sólo el corazón está funcionando, entonces este amor se convertirá en oración y tu amada o tu amante se volverá divino. 
En realidad, el ojo del corazón no puede ver otra cosa, y es por eso que también sucede con el amor corriente. 
Si te enamoras de alguien, ese alguien se vuelve divino. 
Puede que no resulte ser muy duradero, y puede que no resulte ser algo muy profundo, pero en ese momento el amante o la amada se vuelven divinos. Tarde o temprano, la cabeza destruirá todo el asunto, porque la cabeza entrará y tratará de dirigirlo todo. Incluso el amor tiene que ser dirigido. Y una vez que la cabeza dirige, todo es destruido. Si puedes estar enamorado sin que entre la dirección de la cabeza, tu amor está abocado a convertirse en oración y tu amado se convertirá en la puerta. 
Tu amor te centrará en el corazón; y una vez que estás centrado en el corazón, caes de manera automática profundamente en el centro del ombligo. 

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