Introducción ¿Qué sucede cuando morimos?
Es una pregunta que se encuentra en el centro de casi toda búsqueda espiritual humana, y la respuesta que se da marca los límites entre una doctrina religiosa y otra. Ya crea uno en la reencarnación o la resurrección, en el cielo o el infierno, en el purgatorio o en pagar las deudas kármicas, la pregunta de qué sucede tras la muerte ocupa una enorme cantidad de espacio en el terreno religioso. En el rico y complejo mundo de la mitología hindú, Shiva representa el aspecto de la muerte y la destrucción en una «trinidad» que incluye también la creación (Brahma) y el mantenimiento (Vishnu). Es a Shiva al que se atribuyen los sutras, de cinco mil años de antigüedad, de este Libro de los secretos. ¿Por qué? Para comprenderlo, será útil saber un poco más sobre la procedencia de Shiva.
Es un personaje complejo, este Shiva, con muchas facetas. Según cuenta la historia, una vez Brahma y Vishnu fueron a hablar con Shiva de un asunto urgente, y lo encontraron haciendo el amor con su esposa.
Shiva estaba tan absorto en hacer el amor que ni siquiera se dio cuenta de que los otros dos dioses habían entrado en su habitación. Enfadados por haberse tenido que quedar de pie como unos tontos durante horas hasta que Shiva por fin los vio, lo maldijeron y declararon que a partir de entonces sería representado por un símbolo fálico.
De ahí el shivalingam que embellece miles de templos de Shiva por toda la India. En otra de sus facetas, es la mitad del dúo «Shiva-Shakti», la parte masculina de la danza eterna de lo masculino y lo femenino.
Y en El libro de los secretos habla a su consorte, Devi, ¡que se sienta en su regazo durante todo el discurso!. Sexo y muerte, masculino y femenino, yin y yang..., el mundo paradójico, no sólo del hinduismo, sino de todas las grandes tradiciones espirituales de Oriente.
Y la meditación, que transforma todas las paradojas en misterios. Y supera la trampa de la mente para que su dueño pueda por fin ser libre para dejar las riberas de la contradicción y entrar en el río del conocimiento de sí mismo. Osho dice al respecto: La muerte siempre ocurre en el presente. La muerte, el amor, la meditación: todos ellos ocurren en el presente. Por eso, si tienes miedo a la muerte, no puedes amar. Si te asusta el amor, no puedes meditar. Si tienes miedo a la meditación, tu vida será inútil. Inútil no hace referencia a algún propósito, sino a que nunca podrás sentir ninguna dicha en ella. Será una futilidad. Puede parecer extraño conectar estas tres cosas: el amor, la meditación, la muerte. ¡No lo es! Son experiencias similares.
De modo que si puedes entrar en una de ellas, podrás entrar en las otras dos. 9 Una cosa más que hay que comprender:
Shiva, Brahma y Vishnu son manifestaciones de algo Supremo superior a ellos, un «más allá» que se escapa incluso a la comprensión de los dioses.
De los tres, Shiva es el más humano. Brahma ha hecho su labor de la creación y está más o menos retirado hasta que, en un remoto tiempo futuro, tras la destrucción de este mundo, sus servicios puedan ser de nuevo necesarios.
Vishnu se ocupa de la causa y efecto de las cosas cotidianas, en cierto sentido los meros quehaceres de la casa, con toda la desapasionada precisión de un contable. Pero Shiva, con su intensa y vibrante vida, es el que anhela la reunión con su fuente original, el que está ebrio de alguna visión medio recordada de su hogar supremo.
Los sutras de Shiva son un mapa que muestra al sediento cómo llegar al manantial:
Este Libro de los secretos es un comentario místico contemporáneo del Vigyan Bhairav Tantra de Shiva, de cinco mil años de antigüedad, y cuya traducción literal sería «técnicas para ir más allá de la consciencia».
El hecho de que la palabra «tantra» signifique simplemente «técnica» sorprenderá a muchos.
El tantra, en la era moderna -previsiblemente, quizá- se asocia casi enteramente con el sexo.
En realidad, de las 112 técnicas de meditación descritas en El libro de los secretos, menos de media docena se ocupan directamente del acto sexual.
El propósito del tantra, como descubrimos en las páginas siguientes, no es simplemente proporcionar a la gente una mejor vida sexual; más bien es utilizar innumerables situaciones y encuentros de la vida corriente de los seres humanos, incluido el sexo, como puertas de entrada a la experiencia de la meditación. Como dice Osho en el primer capítulo: Estos sutras de Shiva son las técnicas más viejas, más antiguas. Pero también se las puede llamar las últimas, porque resulta imposible añadirles nada. Han incluido todas las posibilidades, todas las maneras de limpiar la mente, de transcender la mente.
No se puede añadir ni un solo método a los ciento doce métodos de Shiva. Es el más antiguo y, sin embargo, el último, el más nuevo. Viejos como las viejas montañas -los métodos parecen eternos- y nuevos como una gota de rocío al sol, porque son esencialmente frescos. Estos ciento doce métodos de meditación constituyen toda la ciencia de transformar la mente. Observa el uso que hace Osho de la palabra «ciencia».
Recalca, una y otra vez, no sólo en El libro de los secretos, sino en casi todas sus charlas conocidas, que la meditación no es un sistema de creencias, una doctrina, una «respuesta» a una pregunta; por ejemplo, a qué sucede cuando morimos.
La meditación es un estado interno en el que, de hecho, todas las creencias, las doctrinas y las respuestas prefabricadas han desaparecido, dejando sólo la conciencia pura y libre de pensamientos, que puede percibir la realidad directamente, tal como es. Pero las técnicas de meditación no son la meditación; procura no incurrir en este error. Las técnicas son sólo mapas, como fórmulas científicas.
No se trata de estudiarlas por sí mismas, sino de usarlas, de experimentar con ellas en el laboratorio del propio espacio interno de cada uno. La meditación es lo que puede suceder como resultado del experimento. Pero espera: ¿qué tiene que ver todo esto con una vida sexual estupenda? La gente que ha sido capaz de introducir la meditación en su relación amorosa te puede decir que tires todos los «manuales prácticos» y aprendas a poner tu atención en el aquí y ahora.
Después de eso, todo se resolverá por sí solo. ¿Y qué sucede cuando morimos? Puede que las personas que han saboreado la meditación no te puedan dar una respuesta precisa, pero te pueden decir que han conocido y experimentado lo inmortal dentro de sí mismos, y han salido de esa experiencia sabiendo que la muerte es sólo un sueño.
El sexo, la muerte, la meditación: quién mejor para ligarlos que Shiva, destructor y amante, el dios con la más humana de las aspiraciones: elevarse sobre sí mismo y desvelar los secretos de todo lo desconocido.
Y quién mejor para traer los secretos de los sutras de Shiva al momento presente que Osho, cuyo esfuerzo se centra en que la vida entera, del sexo a la supraconsciencia, de la espiritualidad a la ciencia, sea rescatada de todas nuestras oscuras ideas del bien y el mal, de lo superior y lo inferior, y devuelta a la totalidad luminosa que constituye nuestro derecho básico como seres humanos.
Osho ofrece, en el capítulo introductorio, pautas bastante detalladas para usar El libro de los secretos.
Algunas se pueden esbozar aquí, y otros aspectos sobre el contexto en que se creó este libro pueden resultar útiles para que el lector lo emplee atendiendo al objeto parar el que fue concebido. Cada capítulo del libro surgió originalmente como una charla improvisada, dirigida a un pequeño grupo de amigos y discípulos. Osho siempre habla sin notas ni ninguna otra preparación especial, excepto (en este caso, por ejemplo) una copia de los sutras que está comentando, o (en otros casos) algunos chistes o anécdotas recogidas de antemano y que podría usar para ilustrar alguna cuestión durante su charla. Para los que estén acostumbrados a leer «manuales prácticos» y libros de «autoayuda», puede que este contexto al principio les resulte desconcertante. Aquí no encontrarás un discurso ordenado por puntos - primero, segundo, tercero... que hay que anotar para luego repetirlos.
No hay notas a pie de página, subtítulos, cuadros sinópticos o ilustraciones explicativas. Acercarse al texto con ese tipo de expectativas significa encontrar la frustración de manera acelerada. Es mejor leerlo como leerías una historia, o poesía, o la letra de una canción.
Con una actitud de paciencia y receptividad, con la certidumbre de que todo será revelado a su tiempo.
Al principio de El libro de los secretos, Osho apremia a su audiencia a experimentar con cada una de las técnicas de meditación de las que habla, según van surgiendo: juega con ella durante tres días», sugiere.
Y recalca la palabra juega»: no ser serio, no hacer «esfuerzos tremendos» o «auto castigarse», sino «jugar». Y cuando pruebes una técnica y encuentres que realmente «te va», una técnica que disfrutes y que parezca aportar algo nuevo y fresco a tu vida, entonces puedes explorarla con más profundidad.
En este sentido, como lector estás en una posición mejor que la audiencia original: puedes dar todo el tiempo que sea necesario a cada capítulo, para jugar con cada una de las técnicas ofrecidas antes de pasar a la siguiente.
Por supuesto, también puedes entrar directamente en cualquier parte del libro, en caso de que una técnica concreta capte verdaderamente tu atención y te exija que la pruebes enseguida. Observa que a cada «capítulo de sutra» le sigue un capítulo que contiene las respuestas de Osho a preguntas de los que le escuchan. En casi todos los casos, las preguntas guardan relación con las técnicas dadas en el capítulo anterior.
De modo que, cuando empieces a experimentar, te re sultará útil revisar el capítulo siguiente al que ofrece las técnicas con las que estés jugando.
Es muy probable que encuentres alguna pista extra, alguna comprensión más profunda, algún «problema» disuelto. Y, por último, recuerda no confundir el mapa con el punto de destino. El libro de los secretos no es una serie de respuestas, sino un juego de llaves. Osho promete al principio mismo que este juego de llaves está completo, que cada puerta dispone de un modelo. La llave de tu propia puerta está en algún sitio cerca de aquí. Lo único que necesitas hacer es probar las llaves, una tras otra, hasta que encuentres la que encaje. Entonces, abre la puerta y ve por ti mismo lo que hay dentro.
CAROL NEIMAN Puna (India), 1997.
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