jueves, 23 de febrero de 2017

El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO XIII SEGUNDO ESCRITO


Capítulo 13 (SEGUNDO ESCRITO)
Centrarse Internamente 

Cómo meditar en un vehículo en movimiento. 
Octava técnica para centrarse: 
En un vehículo en movimiento, bamboleándote rítmicamente, experimenta. 
O en un vehículo parado, meciéndote en círculos invisibles cada vez más lentos. 
Es lo mismo de manera diferente. 

En un vehículo en movimiento… Estás viajando en tren o en un carro de bueyes: cuando se desarrolló esta técnica sólo existía el carro de bueyes. Vas en un carro de bueyes por un camino indio; incluso hoy día el camino es el mismo. 
Pero cuando estás desplazándote, todo tu cuerpo se desplaza. Entonces es inútil. 
En un vehículo en movimiento, bamboleándote rítmicamente… Bamboléate rítmicamente. Intenta comprender; esto es muy minucioso. 
Siempre que estás en un carro de bueyes o en cualquier vehículo, te estás resistiendo. 
El carro de bueyes se bambolea hacia la izquierda, pero tú te resistes. Tú te bamboleas hacia la derecha para equilibrarte; si no, te caerás. De manera que estás resistiéndote continuamente. Sentado en un carro de bueyes; estás luchando contra sus movimientos. 

Se mueve hacia este lado, y tú tienes que moverte hacia el otro. Por eso, cuando estás sentado en un tren, te cansas. 
No has estado haciendo nada. ¿Por qué te cansas tanto? Has estado haciendo mucho sin saberlo. Estabas luchando contra el tren continuamente; había resistencia. 
No te resistas: esto es lo primero. 
Si quieres hacer esta técnica, no te resistas. Más bien, muévete con los movimientos, bamboléate con los movimientos. 
Vuélvete parte del carro, no te resistas. 
Independientemente de lo que el carro de bueyes esté haciendo en el camino, vuélvete parte de él. Es por eso por lo que los niños nunca se cansan de viajar. 
 Poonam acababa de llegar de Londres con sus dos niños, y tenía miedo de que se pusieran enfermos, o de que se cansaran con un viaje tan largo. Ella se cansó, y ellos llegaron riéndose. Ella se cansó completamente al venir. 
En el momento en que entró en mi habitación estaba muerta de cansancio, y los dos niños empezaron a jugar allí mismo. 
Un viaje de dieciocho horas de Londres a Bombay y no estaban siquiera un poco cansados. ¿Por qué? Porque todavía no saben resistirse. De manera que un borracho se puede sentar en un carro de bueyes toda la noche, y por la mañana estará tan fresco como siempre, pero tú no. 
Es porque un borracho no puede resistirse. Se mueve con el carro; no hay lucha. No hay ninguna lucha; es uno con el carro. En un vehículo en movimiento, bamboleándote rítmicamente… Así que haz una cosa: no te resistas. 
Y lo segundo, crea un ritmo. Crea un ritmo en tus movimientos. Hazlo una bella armonía. Olvídate del camino; no maldigas al camino y al gobierno: olvídate de ellos. No maldigas al buey y al carro, o al conductor: olvídate de ellos. 
Cierra los ojos, no te resistas. Muévete rítmicamente y crea una música en tu movimiento. Haz como si fuera una danza. 
En un vehículo en movimiento, bamboleándote rítmicamente, experimenta. El sutra dice que la experiencia llegará a ti. O en un vehiculo parado… No preguntes dónde conseguir un carro de bueyes; no te engañes a ti mismo, porque el sutra dice: o en un vehículo parado, meciéndote en círculos invisibles cada vez más lentos. Sentado simplemente, mécete en círculo. 
Primero haz un círculo grande, luego ve cada vez más lento…, cada vez más lento, más lento, haciéndolo cada vez más y más pequeño, hasta que ya no sea visible que tu cuerpo está moviéndose, pero por dentro sientas un movimiento sutil. Empieza con un círculo grande, con los ojos cerrados. 
De otro modo, cuando el cuerpo se pare, tú pararás. 
Con los ojos cerrados, haz círculos grandes; simplemente sentado, meciéndote en círculo. Sigue meciéndote, haciendo el círculo cada vez más y más pequeño. 
Visiblemente te pararás; nadie será capaz de detectar que todavía estás moviéndote. Pero por dentro sentirás un movimiento sutil. Ahora el cuerpo no se está moviendo, sólo la mente. Sigue haciendo el círculo cada vez más pequeño, y siente, experimenta. Eso se volverá un centramiento. 
En un vehículo, en un vehículo en movimiento, un movimiento rítmico no resistido creará un centramiento dentro de ti. Gurdjieff creó muchas danzas para tales técnicas. 
Estuvo trabajando en torno a esta técnica. 
Todas las danzas que usaba en su escuela eran, en realidad, mecerse en círculos. Todas las danzas eran en círculos: simplemente dar vueltas, pero permaneciendo consciente por dentro, haciendo los círculos cada vez más pequeños. 
Llega un momento en que el cuerpo se para, pero la mente sigue moviéndose y moviéndose y moviéndose por dentro. 
Si estás viajando en tren durante veinticuatro horas, después de llegar a casa, después de haber dejado el tren, si cierras los ojos sentirás que todavía estás viajando. Todavía estás viajando. 
El cuerpo se ha parado, pero la mente aún está sintiendo el vehículo. Así que haz esta técnica. 
Gurdjieff creó danzas fenomenales, muy hermosas. 
En este siglo hizo milagros: no milagros como Satya Sai Baba. Ésos no son milagros; cualquier mago callejero puede hacerlos. Pero Gurdjieff realmente hizo milagros. Preparó a un grupo de cien personas para la danza meditativa, y estuvo mostrando esa danza a una audiencia en Nueva York por vez primera. 
Había cien danzantes dando vueltas en el escenario. 
Los que estaban en la audiencia, incluso sus mentes, comenzaron a dar vueltas. Había cien danzantes con túnicas blancas simplemente dando vueltas. 
Cuando lo indicaba con la mano, daban vueltas, y en el momento en que decía: «Stop», había un silencio sepulcral. 
Eso era un stop para la audiencia, pero no para los danzantes, porque el cuerpo puede pararse inmediatamente, pero entonces la mente lleva el movimiento dentro; sigue y sigue. 
Era hermoso incluso mirarlo, porque cien personas de repente se volvían, estatuas muertas. 
Creaba también una sacudida repentina en la audiencia, porque cien movimientos -movimientos hermosos, movimientos rítmicos- de pronto se paraban. Estabas mirándolos moverse, girar, bailar, y de repente los bailarines se paraban. 
Entonces tu pensamiento también se paraba. 
A muchos en Nueva York les pareció que era un extraño fenómeno: sus pensamientos se pararon inmediatamente. 
Pero para los danzantes, la danza continuaba por dentro, y los círculos internos se hicieron cada vez más pequeños hasta que se centraron. Un día sucedió que se estaban acercando al borde del escenario, bailando. 
Se esperaba, se suponía, que Gurdjieff los pararía justo antes de que se cayeran del escenario encima de la audiencia. 
Cien bailarines estaban justo al borde del escenario. 
Un paso más y todos caerían a la sala. 
La sala entera estaba esperando que Gurdjieff dijera «Stop» de repente, pero él se volvió de espaldas para encender su puro. Dio la espalda a los bailarines para encender su puro, y, el grupo entero de cien bailarines cayó del escenario al suelo: a un suelo de piedra sin cubrir. Toda la audiencia se levantó. Estaban gritando, chillando, y pensaban que muchos debían de haberse roto los huesos: había sido un golpe brutal. 
Pero ni uno estaba herido; no tenían ni un solo rasguño. 
Le preguntaron a Gurdjieff qué había sucedido. 
Nadie había resultado herido, y había sido tal golpe que parecía imposible. La única razón era ésta: no estaban realmente en el cuerpo en ese momento. Estaban aminorando la velocidad de sus círculos internos. 
Y cuando Gurdjieff vio que estaban completamente ajenos a sus cuerpos, les dejó que se cayeran. Si estás completamente ajeno a tu cuerpo, no hay resistencia. 
Un hueso se rompe debido a la resistencia. Si te estás cayendo, te resistes: vas en contra de la fuerza de la gravedad. Ese ir en contra, esa resistencia es el problema: no la gravedad. 
Si puedes caer con la gravedad, si puedes cooperar con ella, entonces no surgirá ninguna posibilidad de que te hieras. 
Este sutra: En un vehículo en movimiento, bamboleándote rítmicamente, experimenta. 
O en un vehículo parado, meciéndote en círculos invisibles cada vez más lentos. Puedes hacerlo. 
No es necesario un vehículo; da vueltas como hacen los niños. Cuando tu mente se vuelva loca y te parezca que te vas a caer, no pares: ¡sigue! Incluso si te caes, no te preocupes por ello; cierra los ojos y da vueltas. 
Tu mente estará en un torbellino y te caerás. 
Cuando tu cuerpo haya caído, por dentro ¡siente! El giro continuará. Y estará más y más y más cerca, y de pronto estarás centrado. 
Los niños disfrutan esto mucho porque les produce una gran excitación. Los padres nunca permiten que los niños den vueltas. Eso no está bien: deberían dejarles; más aún, alentarles. Y si también puedes volverles conscientes de su giro interno, puedes enseñarles meditación a través de sus giros. 
Lo disfrutan porque les da una sensación de no tener cuerpo. Cuando dan vueltas, de pronto los niños se dan cuenta de que su cuerpo está girando, pero ellos no. Por dentro sienten un centramiento que nosotros no podemos sentir tan fácilmente, porque sus cuerpos y almas están aún un poco separados; hay una ligera fisura. Cuando llegas al vientre de tu madre, no puedes meterte totalmente en el cuerpo; lleva su tiempo. Cuando nace un niño, tampoco entonces está absolutamente afianzado, su alma no está absolutamente afianzada al cuerpo; hay fisuras. Por eso hay muchas cosas que no puede hacer. 
Su cuerpo está listo para hacerlo, pero él no puede hacerlo. 
Si has observado, puede que hayas notado que los niños recién nacidos no pueden ver con dos ojos; siempre ven con un ojo. 
Si observas, verás que cuando observan y ven cualquier cosa, no pueden ver con dos ojos. Siempre miran con un ojo: un ojo se vuelve más grande. La pupila de un ojo se vuelve más grande, y la otra pupila permanecerá pequeña. 
La consciencia de un recién nacido aún no está fija; está suelta. Poco a poco se fijará, y entonces mirarán con dos ojos. 
Todavía no pueden sentir que su propio cuerpo y los demás cuerpos son diferentes. Es difícil. Aún no están fijos, pero la fijación llegará, poco a poco. La meditación está tratando de crear de nuevo una fisura. Te has vuelto fijo, sólidamente afianzado a tu cuerpo. Por eso sientes: «Soy el cuerpo.» Sólo si se puede crear una fisura, sólo entonces puedes sentir que no eres el cuerpo, sino algo más allá del cuerpo. 
Bambolearse y dar vueltas son actividades útiles. 
Crean la fisura. 
Concéntrate en un dolor de tu cuerpo. 
Novena técnica para centrarse: Perfora alguna parte de tu forma llena de néctar con un alfiler, y entra dulcemente en el pinchazo y alcanza la pureza interna. Este sutra dice: Perfora alguna parte de tu forma llena de néctar… Tu cuerpo no es sólo un cuerpo; está lleno de ti, ese tú es el néctar. Pincha tu cuerpo. Cuando estás perforando tu cuerpo, tú no eres perforado: sólo el cuerpo es perforado. Pero tú sientes el pinchazo como si hubieras sido perforado; por eso sientes dolor. Si puedes tomar conciencia de que sólo el cuerpo es perforado, de que tú no eres perforado, en vez de dolor sentirás dicha. No hay necesidad de hacerla con un alfiler. Pueden suceder muchas cosas todos los días; puedes usar esas situaciones para la meditación. 
O puedes crear una situación. Hay algún dolor en tu cuerpo. Haz una cosa: olvídate de todo el cuerpo y concéntrate en la parte del cuerpo que tiene dolor. Y entonces notarás algo extraño. Cuando te concentras en la parte del cuerpo que está dolorida, ves que esa parte se encoge. 
Primero sientes que el dolor, la punzada, está en toda tu pierna. Cuando te concentras, adviertes que no está en toda la pierna. Era una exageración: está sólo en la rodilla. 
Concéntrate más, y notarás que no está en toda la rodilla, sino sólo en un pequeño punto. 
Concéntrate más en el punto; olvídate del resto del cuerpo. Simplemente cierra los ojos y sigue concentrándote para descubrir dónde está el dolor. Seguirá encogiéndose; el área se hará cada vez menor. Entonces llegará un momento en que será sólo un punto minúsculo. Sigue fijando la atención en el punto, y de pronto el punto desaparecerá y te llenarás de dicha. 
En vez de dolor te llenarás de dicha. ¿Por qué sucede esto? Porque tú y tu cuerpo sois dos, no sois uno. 
El que se está concentrando eres tú. 
Te estás concentrando en el cuerpo: ése es el objeto. 
Cuando te concentras, la fisura se agranda, la identificación se rompe. Para tener concentración, vas hacia dentro, lejos del cuerpo. Para poner el punto en perspectiva, tienes que alejarte. Ese alejarte crea la fisura. Y cuando te estás concentrando en el dolor, olvidas la identificación, olvidas que «yo estoy sintiendo dolor». Ahora tú eres el observador y el dolor está en otra parte. Tú estás observando el dolor, no sintiendo el dolor. 
Este cambio de sentir a observar crea la fisura. Y cuando la fisura es más grande, de pronto te olvidas completamente del cuerpo; sólo eres consciente de la consciencia. 
Puedes probar también esta técnica: Perfora alguna parte de tu forma llena de néctar” con un alfiler, y entra dulcemente en el pinchazo. Si hay dolor, primero tendrás que concentrarte en toda el área; luego, poco a poco; vendrá a un pequeño punto. Pero no es necesario esperar. Puedes usar un alfiler. 
Usa un alfiler en cualquier parte que sea sensible. En el cuerpo hay muchos puntos que son puntos muertos; ésos no serán útiles. Puede que no hayas oído hablar de los puntos muertos del cuerpo. Entonces dale un alfiler a cualquiera, a tu amigo, y siéntate, y dile a tu amigo que te pinche en muchos puntos de la espalda con el alfiler. En muchos puntos no sentirás dolor. Dirás: «No, todavía no has pinchado. No siento nada de dolor.»Ésos son puntos muertos. En las mejillas hay dos puntos muertos que se pueden poner a prueba. 
Si vas a pueblos indios, es habitual que en los festivales religiosos se pinchen las mejillas con un dardo. 
Parece un milagro, pero no lo es. Las mejillas tienen dos puntos muertos. Si perforas esos puntos muertos, no saldrá sangre y no habrá dolor. En la espalda hay miles de puntos muertos, en los que no puedes sentir dolor. Tu cuerpo tiene dos tipos de puntos; sensibles, vivos, y los que están muertos. 
Así que encuentra un punto sensible en el que puedas sentir incluso un ligero contacto. Entonces pincha con el alfiler y entra en el pinchazo. De eso se trata; ésa es la meditación. 
Y entra en el pinchazo dulcemente. 
Cuando el alfiler entra en tu piel, y sientes el dolor, tú entras también. No sientas que el dolor está entrando en ti; no sientas el dolor, no te identifiques con él. Entra con el alfiler. Pincha con el alfiler. Cierra los ojos; observa el dolor. Cuando el dolor te esté perforando, perfórate tú también. Y con el pinchazo del alfiler, tu mente se concentrará fácilmente. 
Usa ese punto de dolor, de dolor intenso, y obsérvalo. 
Eso es lo que se quiere decir con entra dulcemente en el pinchazo. Y alcanza la pureza interna. Si puedes entrar observando, sin identificarte, distanciado, quedándote lejos, sin sentir que el dolor te está perforando, sino observando que el dolor está perforando el cuerpo y que tú eres un observador, alcanzarás la pureza interna, te será revelada la inocencia interna. Por primera vez tomarás conciencia de que no eres el cuerpo. Y una vez que sabes que no eres el cuerpo, tu vida cambia completamente, porque toda tu vida gira en torno al cuerpo. Una vez que sabes que no eres el cuerpo, no puedes continuar esta vida. Te estabas perdiendo el centro. 
Cuando no eres el cuerpo, tienes que crear una vida diferente. Esa vida es la vida del sannyasin. Es una vida diferente; ahora el centro es diferente. Ahora existes en el mundo como alma, como atma, no como cuerpo. Si existes como cuerpo, has creado un mundo diferente: de ganancia material, avaricia, gratificación, lascivia, sexo. 
Has creado un mundo en torno a ti; es el mundo orientado al cuerpo. Una vez que sabes que no eres el cuerpo, todo tu mundo desaparece. No puedes seguir sustentándolo. Surge un mundo nuevo que gira en torno al alma: un mundo de compasión, de amor, de belleza, de verdad, de bondad, de inocencia. 
Ha cambiado el centro, y ya no está en el cuerpo. Está en la consciencia. Suficiente por hoy.

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