El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO XIV PRIMER ESCRITO
Capítulo 14 (PRIMER ESCRITO)
Cambiar la Dirección de la Energía Preguntas
¿Por qué la consciencia cósmica -samadhi- es llamada centramiento?
Explica más cómo «el amor solo puede ser suficiente» sin meditación. ¿Por qué es insensible el hombre?
Primera pregunta: Si iluminación y samadhi significan consciencia total, consciencia cósmica, consciencia omnipresente, entonces parece muy extraño llamar centramiento a este estado de consciencia cósmica, ya que la palabra «centramiento»implica poner la atención en un punto. ¿Por qué la conciencia cósmica, o samadhi, es llamada centramiento?
Centrarse es el camino, no el objetivo. Centrarse es el método, no el resultado. El samadhi no es llamado centramiento; el centramiento es la técnica para llegar al samadhi.
Por supuesto, parecen contradictorios, porque cuando uno se realiza, se ilumina, no queda ningún centro.
Jacob Bohme ha dicho que cuando uno llega a lo divino se puede describir de dos maneras: o el centro está ahora en todas partes, o bien el centro no está en ninguna parte; ambas cosas significan lo mismo. Así que la palabra «centramiento» parece contradictoria, pero el camino no es la meta y el método no es el resultado. Y el método puede ser contradictorio.
Así que tenemos que comprenderlo, porque estos ciento doce métodos son métodos de centramiento.
Pero una vez que te centres, explotarás.
Centrarte consiste simplemente en ponerte a ti mismo totalmente en un punto.
Una vez que te has recogido en un punto, que te has cristalizado en un punto, ese punto explota automáticamente.
Entonces no hay ningún centro; o entonces el centro está en todas partes. De modo que centrarse es un medio para explotar. ¿Por qué el centramiento se convierte en el método? Si no estás centrado, tu energía no está enfocada, no puede explotar.
Está difusa; no puede explotar. Una explosión requiere mucha energía. Explosión significa que ahora no estás difuso: estás en un punto. Te vuelves atómico; te vuelves, realmente, un átomo espiritual. Y sólo cuando estás suficientemente centrado para volverte un átomo puedes explotar.
Entonces hay una explosión atómica.
No se habla de esa explosión porque no se puede, así que sólo se da el método. Del resultado no se habla. No se puede hablar.
Si practicas el método, el resultado le seguirá, y no hay ninguna manera de expresarlo. Así que recuerda esto: básicamente, la religión nunca habla de la experiencia misma, sólo habla del método; muestra el cómo, no el qué. El qué queda para ti.
Si haces el cómo, el qué llegará a ti.
Y no hay manera de comunicarlo. Uno lo puede conocer, pero no puede comunicarlo. Es una experiencia tan infinita que el lenguaje se vuelve inútil. La inmensidad es tal que ninguna palabra es capaz de expresarla.
De maneta que sólo se da el método.
Se cuenta que Buda dijo continuamente durante cuarenta años: «No me preguntéis acerca de la verdad, acerca de lo divino, acerca del nirvana, la liberación. No me preguntéis nada acerca de cosas semejantes. Preguntadme sólo cómo llegar ahí.
Os puedo mostrar el camino, pero no os puedo dar la experiencia, ni siquiera en palabras.»
La experiencia es personal; el método es impersonal.
El método, es científico, impersonal; la experiencia siempre es personal y poética. ¿Qué quiero decir cuando diferencio de esta manera? El método es científico. Si puedes hacerlo, resultará el centramiento. Ese centramiento está abocado a resultar si se practica el método.
Si el centramiento no está sucediendo, entonces puedes saber que estás entendiendo mal algo.
En algún punto te has equivocado con el método, no lo has seguido. El método es científico, el centramiento es científico, pero cuando te llega la explosión, es poética.
Con poética quiero decir que cada uno de vosotros la experimentará de una manera diferente.
Entonces no hay terreno común.
Y todo el mundo lo expresará de una manera diferente.
Buda dice algo, Mahavira dice algo, Krishna dice otra cosa, y Jesús, Mahoma, Moisés y Lao Tsé, todos difieren: no en los métodos, sino en la manera de expresar su experiencia.
Sólo en una cosa están todos de acuerdo: en que todo lo que dicen no está expresando lo que han sentido.
Sólo en ese punto están de acuerdo. No obstante, lo intentan.
No obstante, tratan de comunicar de alguna forma, de sugerir. Parece imposible; pero si tienes un corazón compasivo puede que algo sea comunicado.
Pero eso requiere una profunda compasión y amor y reverencia.
Así que, en realidad, siempre que algo es comunicado no depende del que comunica, depende de ti.
Si puedes recibirlo con profundo amor y reverencia, entonces algo te llega. Pero si te muestras crítico hacia ello, entonces no llega nada. En primer lugar, es difícil expresar.
E incluso si es expresado, tú te muestras crítico: entonces el mensaje se vuelve imposible; no hay comunicación.
La comunicación es muy delicada.
Es por eso que en todos estos ciento doce métodos ha sido dejada completamente al margen; sólo se sugiere.
Shiva dice muchísimas veces: «Haz esto, y entonces llega la experiencia», y luego se queda callado. «Haz esto, y entonces llega la bendición», y luego se queda callado.
La bendición, la experiencia, la explosión: más allá de ellas hay experiencia personal. Con lo que no se puede expresar, es mejor no intentar expresarlo; porque si se intenta la expresión con lo que no puede ser expresado, será mal interpretada.
De modo que Shiva guarda silencio.
Está hablando simplemente de métodos, técnicas, de cómo hacerlo. Pero el centramiento no es el fin, sino sólo el camino. ¿Y por qué sucede el centramiento, se desarrolla, se convierte en una explosión? Porque si se centra mucha energía en un punto, el punto explotará.
El punto es tan pequeño y la energía es tan grande que el punto no puede contenerla; por eso, la explosión.
Esta bombilla puede contener una cantidad concreta de electricidad. Si hay más electricidad, la bombilla explotará.
Ésa es la razón para centrarse: cuanto más centrado estás, más energía hay en tu centro. En el momento en que haya mucha energía, el centro no podrá contenerla. Explotará.
De manera que es científico; es una ley científica.
Y si el centro no está explotando, eso significa que aún no estás centrado. Una vez que estás centrado, la explosión llega inmediatamente. No hay intervalo. Así que si notas que no llega la explosión, eso significa que aún no estás centrado.
Aún no tienes un centro, todavía tienes muchos centros, todavía estás dividido, tu energía todavía está disipada, tu energía todavía está yendo hacia fuera.
Cuando la energía va hacia fuera, te estás vaciando de energía, te estás disipando. Al final te quedarás sin fuerzas. En realidad, cuando llega la muerte tú ya has muerto; eres una célula muerta.
Has estado tirando la energía hacia fuera constantemente; así, independientemente de cuál sea la cantidad de energía, en un cierto plazo te quedarás vacío.
Energía que sale significa muerte. Te estás muriendo a cada momento; tu energía está siendo vertida; estás tirando tu energía, disipándola. Dicen que incluso el Sol, que ha estado ahí durante millones y millones de años, una reserva tal de energía, está descargándose constantemente.
Y en un plazo de cuatro billones de años morirá.
El sol morirá simplemente porque no habrá energía que radiar. Está muriendo cada día porque los rayos llevan su energía hacia los límites del universo, si es que hay algún límite.
La energía está yendo hacia fuera. Sólo el hombre es capaz de transformar y cambiar la dirección de la energía.
De otro modo, la muerte es un fenómeno natural: todo muere. Sólo el hombre es capaz de conocer lo inmortal, lo que no muere. De manera que puedes reducir todo esto a una ley.
Si la energía está yendo hacia fuera, la muerte será el resultado y nunca sabrás qué significa la vida.
Sólo puedes conocer una muerte lenta.
Nunca puedes sentir la intensidad de estar vivo.
Si la energía está yendo hacia fuera, la muerte es el resultado automático: de cualquier cosa, de todo. Si puedes cambiar la dirección de la energía -energía que no va hacia fuera, sino hacia dentro-, entonces sucede una mutación, una transformación. Entonces esta energía que va hacia dentro se centra en un punto dentro de ti. Ese punto está cerca del ombligo: porque, en realidad, has nacido como un ombligo. Estás conectado con tu madre en el ombligo. La energía vital de la madre está entrando a raudales en ti a través del ombligo.
Y una vez que se ha cortado el cordón umbilical, estás separado de tu madre, te vuelves un individuo.
Antes de eso no eres un individuo, tan sólo parte de tu madre. De modo que el nacimiento auténtico tiene lugar cuando se corta el cordón umbilical. Entonces el niño toma su propia vida, se vuelve su propio centro. Ese centro está abocado a estar justo en el ombligo, porque a través del ombligo la energía llega al niño. Ése era el enlace. Y todavía, te des cuenta de ello o no, tu ombligo sigue siendo el centro. Si la energía comienza a entrar a raudales, si puedes cambiar la dirección de la energía para que vaya hacia dentro, llegará al ombligo.
Seguirá entrando y centrándose en el ombligo.
Cuando sea tanta que el ombligo no pueda contenerla, que el centro ya no pueda contenerla, el centro explota.
En esa explosión, de nuevo ya no eres un individuo.
No eras un individuo cuando estabas conectado con tu madre; de nuevo, no serás un individuo. Ha tenido lugar un nuevo nacimiento. Te has hecho uno con el cosmos.
Ahora no tienes un centro; no puedes decir «yo». Ya no hay ego. Un Buda, un Krishna, sigue hablando y usando la palabra «yo». Eso es simplemente formal; no tienen ego. No son.
Buda se estaba muriendo. El día que iba a morirse, muchísima gente, discípulos, sannyasins, se reunieron, y estaban tristes; estaban llorando y gi- miendo. Así que Buda preguntó: «¿Por qué estáis llorando?» Alguien dijo: «Porque pronto ya no estarás.» Buda se rió y dijo: «Pero no he estado por más de cuarenta años. Morí el día que me iluminé.
No ha habido centro durante cuarenta años. Así que no lloréis, no estéis tristes. Nadie se está muriendo ahora. ¡Yo ya no soy! Pero hay que usar la palabra “yo” incluso para indicar que ya no soy.» La energía yendo hacia dentro es toda la religión, es lo que se quiere decir al hablar de búsqueda religiosa. ¿Cómo mover la energía, cómo crear un giro, una media vuelta total? Estos métodos ayudan. Así que recuerda: el centramiento no es el samadhi, el centramiento no es la experiencia.
El centramiento es la puerta a la experiencia, y cuando hay la experiencia no hay centramiento. De modo que el centramiento es sólo un pasaje. Ahora no estás centrado. En realidad estás multicentrado; por eso digo que ahora no estás centrado. Cuando te centras, sólo hay un centro. Entonces la energía que ha estado yéndose a los multicentros ha vuelto; es un regreso a casa. Entonces estás en tu centro; entonces… la explosión.
De nuevo ya no hay centro, pero entonces no estás multicentrado. Entonces no hay centro en absoluto.
Te has hecho uno con el cosmos. Entonces existencia y tú significan una misma y única cosa.
Por ejemplo, hay un iceberg flotando en el mar.
El iceberg tiene un centro propio. Tiene una individualidad separada; está separado del océano.
En lo más íntimo, no está separado, porque no es más que agua a una determinada temperatura.
La diferencia entre el agua del océano y el iceberg no radica en su naturaleza: naturalmente, son lo mismo.
La diferencia es sólo de temperatura.
Y entonces sale el Sol, y la atmósfera se calienta, y el iceberg comienza a derretirse. Después no hay iceberg: se ha derretido. Ya no puedes encontrarlo, porque no hay ninguna individualidad, ningún centro en él.
Se ha hecho uno con el océano.
Entre tú y Buda, entre Jesús y los que lo estaban crucificando, entre Krishna y Arjuna, no hay diferencia de naturaleza. Arjuna es como un iceberg y Krishna es como un océano.
No hay diferencia en su naturaleza.
Ambos son una misma y única cosa, pero Arjuna tiene una forma, un nombre: una individualidad, una existencia aislada. Él siente: «Yo soy.» Mediante estos métodos de centramiento, la temperatura cambiará, el iceberg se derretirá, y entonces no habrá diferencia. Esa sensación oceánica es el samadhi; ser un iceberg es la mente. Y sentirse oceánico es ser una no mente.
El centramiento es sólo el pasaje, el punto de transformación a partir del cual el iceberg ya no existirá.
Antes de él no había océano, sólo un iceberg. Después de él no habrá iceberg, sólo océano.
La sensación oceánica es el samadhi: es sentirse a uno mismo uno con el todo. Pero no estoy diciendo pensarse a uno mismo uno con el todo. Puedes pensar, pero pensar es de antes del centramiento; eso no es realización.
No sabes: sólo lo has oído, lo has leído. Deseas que algún día esto pueda sucederte a ti también, pero no lo has realizado. Antes del centramiento puedes seguir pensando, pero pensar no sirve para nada. Después del centramiento no hay pensador. ¡Sabes! ¡Ha sucedido! Ya no eres; sólo el océano es.
El centramiento es el método. El samadhi es el fin.
No se ha dicho nada sobre lo que sucede en el samadhi porque no se puede decir nada. Y Shiva es muy científico.
No está interesado en absoluto en decir.
Es telegráfico; no utilizará ni una sola palabra extra.
Así es que simplemente sugiere: «La experiencia, la bendición, el suceso.» No sólo eso, sino que a veces dirá simplemente: «Entonces.» Dirá: «Estate centrado entre dos respiraciones y entonces.» Y no dirá más. A veces dirá simplemente: «Estate en el medio, justo en el medio entre dos extremos, y eso.» Éstas son indicaciones: eso, entonces, la experiencia, la bendición, el suceso, la explosión. Pero entonces ya no dice nada más.
¿Por qué? Nos gustaría que dijera algo más.
Dos razones. Una: eso no se puede explicar. ¿Por qué no se puede explicar? Hay pensadores -por ejemplo, los positivistas modernos, los analistas del lenguaje y otros en Europa- que dicen que lo que se puede experimentar se puede explicar.
Y se muestran satisfechos. Dicen que si puedes experimentarlo, entonces ¿por qué no puedes decirlo? Después de todo, ¿qué es una experiencia? Lo has comprendido, así que ¿por qué no puedes hacérselo entender a los demás?
Así es que dicen que si hay cualquier experiencia, puede ser expresada. Y si no puedes expresarla, eso muestra simplemente que no hay ninguna experiencia.
Entonces eres un liante: estás confuso, ofuscado.
Y si no puedes expresarlo, entonces no hay ninguna posibilidad de que seas capaz de experimentarlo. Debido a este punto de vista, dicen que la religión no es más que una tontería sentimental. ¿Por qué no puedes expresarlo si puedes decir que lo has experimentado? Su idea resulta atractiva para muchos, pero su argumento no tiene fundamento.
Deja de lado las experiencias religiosas: las experiencias corrientes, experiencias muy simples, tampoco pueden ser explicadas y expresadas. Tengo dolor de cabeza, y si tú nunca has tenido dolor de cabeza, no te puedo explicar qué significa un dolor de cabeza. Eso no significa que yo esté ofuscado; eso no significa que sólo esté pensando y que no esté experimentando. El dolor de cabeza existe.
Lo estoy experimentando en su totalidad, en todo su dolor.
Pero si tú nunca has sentido un dolor de cabeza, no se te puede explicar, no se te puede expresar.
Si tú también lo has experimentado, entonces, por supuesto, no hay problema, se puede expresar.
La dificultad de Buda es que tiene que hablar con no-budas; no con nobudistas, porque los no-budistas también pueden ser budas. Jesús es un no- budista, pero es un buda.
Como Buda, tiene que comunicarse con los que no lo han experimentado; hay una dificultad.
No sabes qué es un dolor de cabeza. Hay muchos que no conocen los dolores de cabeza.
Sólo han oído la palabra; no significa nada para ellos.
Puedes hablar con un ciego sobre la luz, pero no se transmite nada. Él oye la palabra «luz», oye la explicación.
Comprende toda la teoría de la luz, pero, aun así, la palabra «luz» no le revela nada. A menos que pueda experimentar, la comunicación es imposible. Así que toma nota: la comunicación sólo es posible si se están comunicando dos personas que han tenido la misma experiencia. Somos capaces de comunicarnos en la vida ordinaria porque nuestras experiencias son similares. Pero, incluso entonces, si uno hila muy fino se presentarán dificultades.
Yo digo que el cielo es azul y tú también dices que el cielo es azul, pero ¿cómo vamos a decidir que mi experiencia del azul y tu experiencia del azul son la misma? No hay forma posible de decidir. Puede que yo esté viendo un tono de azul y puede que tú estés viendo un tono diferente de azul, pero lo que estoy viendo dentro, lo que estoy experimentando, no te lo puedo transmitir. Simplemente puedo decir «azul».
Tú también dices «azul», pero el azul tiene mil tonos; y no sólo tonos: «azul» tiene miles de significados.
En mi pauta mental, azul puede significar una cosa.
Puede que para ti signifique otra cosa, porque azul no es el significado. El significado está siempre en la pauta mental.
De manera que incluso en las experiencias comunes es difícil comunicar. Además, hay experiencias que son del más allá.
Por ejemplo, alguien se ha enamorado. Experimenta algo.
Toda su vida está en juego, pero no puede explicar qué le ha sucedido, qué le está sucediendo. Puede llorar, puede cantar, puede bailar; éstas son indicaciones de que algo está sucediendo en él. Pero ¿qué le está sucediendo? Cuando el amor le sucede a alguien, ¿qué está sucediendo realmente? Y el amor no es muy inusual. Le sucede a todo el mundo de una manera u otra.
Pero, no obstante, todavía no hemos sido capaces de expresar qué sucede dentro. Hay personas que sienten el amor como una fiebre, como una especie de enfermedad.
Rousseau dice que la juventud no es la cumbre de la vida humana, porque la juventud es propensa a la enfermedad llamada amor.
A no ser que uno se haga tan viejo que el amor pierda todo significado, la mente permanece confusa y perpleja.
De modo que la sabiduría sólo es posible a una edad muy, muy avanzada. El amor no te permitirá ser sabio: ésa es su impresión. Puede que haya otros que tengan una impresión diferente. Los que son realmente sabios guardarán silencio en lo referente al amor. No dirán nada; porque la sensación es tan infinita, tan profunda, que el lenguaje está abocado a traicionarla.
Y si es expresada, entonces uno se siente culpable porque uno nunca puede hacer justicia a la sensación de lo infinito.
De modo que uno permanece en silencio: cuanto más profunda es la experiencia, menor es la posibilidad de expresión.
Buda permaneció en silencio acerca de Dios, no porque no haya Dios. Y los que hablan mucho acerca de Dios muestran en realidad que no lo han experimentado.
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